sábado, 28 de noviembre de 2009

Eme, de MEJOR amigo.

Os voy a contar la historia de Eme desde el principio, la historia de un desconocido que ha pasado a serlo todo para mi.
Le conocí un ocho de marzo, comiendo montaditos de los 100 montaditos en la calle mientras el resto de nuestros amigos se peleaban entre ellos y con el dueño de los 100 montaditos. No fue nada del otro mundo, nos aliamos y nos repartimos los montaditos para salir del paso y luego ya, si eso, preguntar como iba la cosa. A raíz de eso empezamos a hablar, a decir todo tipo de chistes malos y tonterías, comentarios al respecto y, un poco más tarde, le pregunté qué había pasado con una chica y él; nada del otro mundo.
Poco a poco todas esas tonterías y unos cuantos "oye, ¿te he contado que...?" seguidos de otros cuantos "hala ¿si? ¡qué fuerte!" se han convertido en la base de una amistad llena de miles de millones de sonrisas, de tardes enteras sin estudiar, aún sabiendo que había un examen al día siguiente y sin decir nada pero sin querer colgar, de repetidos dolores de estómago por exceso de risas, de innumerables secretos e infinitos buenos momentos. Una amistad que no cambiaría por nada del mundo.
¿Sabéis por qué? Porque ni todas las maravillas y riquezas de este mundo podrían llenarme tanto como su cara de sorpresa al bajar por las escaleras de mi casa y encontrarse a todos cantándole el cumpleaños feliz. Porque son los pequeños detalles los que hacen grandes las cosas, y Eme está lleno de pequeños detalles, por eso es tan grande, tan esencial. Y en realidad no hace tanto que le conozco, unos cuantos meses; lo cual no cambia que sin él en mi vida habría un gran vacío que nadie más podría llenar. Eme es de las pocas personas por las cuales pondría la mano en el fuego a ciegas, sin preguntar el motivo.
No es que me haya dado cuenta de todo esto ahora mismo, en éste preciso momento y a estas horas de la noche, no. Es que de repente tengo la impetuosa necesidad de contaros por qué Eme es tan importante para mí; tengo la irrevocable necesidad de dejar por escrito que, irremediablemente, dejaría de respirar ahora mismo si Eme me dijera que ya no hay amistad que valga.
Cuando conocí a Eme no me imaginé, ni por asomo, que se convertiría en mi MEJOR amigo, en una parte tan necesaria para mi existencia. Sólo quería que lo supieráis. Sólo quería decirlo que si hay un Eme en vuestra vida le apreciéis, porque os aseguro que no hay dos iguales.

Y no digo nada más, porque sería insuficiente; como todo lo anterior.

viernes, 13 de noviembre de 2009

La profe de lengua y sus cosas.

Hace dos años tuve una profe de lengua muy peculiar, de esas profes que nunca esperas echar de menos; pero luego siempre te equivocas...
Sí, porque ella era la típica que se ponía muy nerviosa con nada. Sinceramente, sería cosa de la edad, porque la mujer ya estaba mayor. Pero ella quería seguir en la docencia, era lo que la gustaba y lo único que la quedaba de su marido... Porque su marido fue director de mi antiguo cole, era su sueño, el que empezaron juntos y ella no lo quiso abandonar. Aunque al final tuvo que hacerlo, claro.
Así que era una profe de esas que usan expresiones raras, de las que no usa nadie, tales como "dejad de hacer sonidos de ultratumba", "como un elefante por una cacharrería" o "este acueducto aprovechad para estudiar". Estaba un poco loca. Además era muy inocente, así que todos la vacilaban fácilmente. A veces pienso que era consciente, pero que se dejaba... Y era fácil entretenerla en clase, aunque luego nos dejaba sin patio por haberla distraído.
Yo, sinceramente, no la soportaba. Me ponía muy nerviosa su aguda voz, su cabezonería (quizá es porque yo también la tengo), su imparcialidad... Aunque ella a mí me tenía mucho amor. Me llenaba a positivos, y nunca saqué menos de un 8'75 en un examen suyo. A veces me llevaba mal con ella. Otras veces hasta podíamos hablar. Pero lo que nunca me imaginé es que dos años después me fuera a acordar de ella y preguntarme cómo la irá todo.
En realidad era buena gente, con buenas intenciones y nada de maldad. Y con ella aprendí más de lo que me imaginaba. Sobre todo expresiones de la España profunda y que alguno que otro de mi exclase tiene algún trauma infantil oculto.
Y no sé, molaba.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Lo que soy.

Soy un sueño inacabado un sábado a las nueve de la mañana.
Soy una hoja de otoño que se niega a caer hasta que llega el invierno.
Soy los ojos azules más deslumbrantes de la zona.
Soy unas mejillas sonrojadas cuando él está presente.
Soy una sonrisa cálida 353 días al año.
Soy una mirada triste los días nueve de cada mes.
Soy un recuerdo imborrable por cada dieciocho.
Soy una muñeca de porcelana con sentimientos.
Soy una despedida que no quiere decir adiós.
Soy un peluche que está muriéndose por dormir entre sus brazos.
Soy el polo positivo de un polo negativo que aún no ha aparecido.
Soy multipolar.
Soy una niña pequeña que quiere irse de nunca jamás.
Soy una niña mayor que quiere volver a nunca jamás.
Soy una aspirante a princesa.
Soy el dibujo que no quise terminar.
Soy la carta de amor que nunca le daré.
Soy un bolígrafo sin tinta contra un folio en blanco.
Soy incertidumbre frente a miles de dudas.
Soy unos labios que se mueren por besarle.
Soy un montón de besos regalados, desperdiciados y mal empleados.
Soy la textura de aquel primer beso.
Soy el nerviosismo de antes.
Soy la presión de durante.
Soy la felicidad de después.
Soy la inquietud de los próximos cinco minutos en adelante.
Soy una ilusión que aún espera cumplirse.
Soy el deseo que una vez le pedí a una estrella.
Soy ese secreto que saben todos, y el que nadie descubrirá nunca.
Soy un millar de lágrimas empapando mi almohada.
Soy la pereza de los martes por la tarde.
Soy un domingo aburrido en casa.
Soy un espejo que busca su reflejo.
Soy la euforia de un viernes por la tarde.
Soy la risa tonta de un miércoles a las 12 a.m.
Soy una nube con carga eléctrica anunciando una tormenta.
Soy dos billetes de avión que nunca se usaron.
Soy una cabezota invencible.
Soy la ola que nunca se cansa de mojar el puerto.
Soy el pez que siempre lucha contra la corriente.
Soy una media sonrisa desganada cuando él no me habla.
Soy unos ojos inchados después de una noche llorando.
Soy lo que fui de Agosto a Abril.
Soy la que lo daría todo por él.
Soy la que nunca se cansa de intentarlo.
Soy las palabras que he dicho, digo y diré.
Soy, también, las palabras que no he dicho, no digo y no diré.
Soy una bolsa de kinder chocobons.
Soy los gogos que perdí.
Soy un disfraz de carnaval.
Soy una sonrisa hipócrita los lunes por la mañana.
Soy la musa de alguien que no aparece.
Soy un corazón borroso en la mano izquierda después de clase.
Soy los garabatos de una tarde de estudio poco productiva.
Soy los dos segundos en los que nuestras miradas se cruzan.
Soy la alegría que me da su sonrisa.
Soy dos nombres en la puerta del baño de un bar.
Soy un juntos para siempre que no duró lo suficiente.
Soy las promesas que nunca cumplirás.
Soy las promesas que nunca romperé.
Soy un gato que se esconde de la lluvia.
Soy el olor a frambuesa que inunda sus pulmones.
Soy una mente confusa después de un sábado de fiesta.
Soy unos tacones poco usados.
Soy un reloj que se paró un martes a las 17:47
Soy el último pétalo de una margarita que dice "me quiere".
Soy la ilusa que piensa que la margarita lleva razón.
Soy una pompa de jabón entre frágil e indestructible.
Soy el globo que perdí en un parque.
Soy una fecha sin importancia.
Soy una pulsera perdida en el fondo de un río.
Soy el orgullo de no realizar una llamada.
Soy las mariposas en el estómago de cuando estás enamorada.
Soy un libro inacabado.
Soy un poema sin destinatario.
Soy una canción de desamor.
Soy un juego de dos.
Soy tres dobleseis en un tablero de monopoli.
Soy un idioma casi indescifrable.
Soy una caja de bombones autorregalada en San Valentín.
Soy un ramo de flores esperando ser regalado, en San Valentín también.
Soy la luz que busca oscuridad.
Soy el cariño que no sé a quién dar.
Soy la dulzura que desemboca en lo macabro.
Soy un corazón acelerado minutos antes de verle.
Soy un amuleto de la suerte que nunca da suerte.
Soy caos, como una habitación desordenada antes de salir.
Soy el sentimiento que no sabe expresarse.
Soy la frase malentendida.
Soy un fracaso contra una victoria.
Soy un cuento que aún no se ha escrito.
Soy mi propio dialecto.
Soy las luces de un pueblo en fiestas.
Soy el insomnio de después de una peli de terror.
Soy las ojeras de una noche pensando en él.
Soy la curiosidad que mató al gato.
Soy el octavo color del arcoiris.
Soy una proyección de lo que fui.
Soy una versión mejorada de mí misma.
Soy mil experiencias en una.
Soy todo lo que me queda por vivir.

sábado, 17 de octubre de 2009

Lady S : una loca madura.

Nunca os he hablado de Lady S, y creo que ya va siendo hora de que lo haga:

Lady S y yo no somos amigas de siempre, ni de nunca. No somos de estas que se han llevado bien desde el primer momento, ni desde el segundo, ni desde el tercero. Nuestra historia es complicada, y tardamos dos trimestres escolares en llevarnos bien. Y no fue hasta el curso siguiente cuando empezamos a ser amigas. Y todo, de algún modo, por Jota el inombrable. En cualquier caso, ésa, es otra historia.
Lady S es de esas chicas que intimidan, con carácter y que si tiene que decirte algo a la cara no se lo piensa ni media milésima de segundo; directamente ni lo piensa. Y lo mismo pasa si tiene que pegar a alguien. Pero antes de llegar a las manos, Lady S siempre dialoga.
Es una chica peculiar, de estas a las que no le gustan los príncipes azules pero en cambio son de las primeras en encontrarlo. Porque sí, Lady S tiene un príncipe azul, y yo me alegro mucho por ella. Porque se lo merece. A Lady S le han tocado chicos de esos que se califican de indeseables para cualquiera, y ya iba siendo hora que apareciera uno de esos que se califican de envidiables por todas las mujeres del planeta tierra. Pero tiene un problema, y es que su príncipe azul vive lejos. Lady S dice que ahora entiende lo que me pasaba con Jota el inombrable.
La verdad es que mi vida y la de Lady S son muy parecidas, casi paralelas. Desde siempre. Y en base a eso cada una hemos desarrollado una de las dos personalidades posibles de desarrollar, siendo en nuestro interior idénticas. Si me pongo a hablar con Lady S el tiempo vuela, y nos entendemos perfectamente. Lady S es más fuerte que yo (aunque ella lo niega), y por eso siempre es una de las primeras personas a las que recurro en busca de ayuda, y Lady S siempre está ahí para ayudarme. Lady S me enseñó que la perfección es aburrida.
Aunque incluso siendo amigas nos peleamos, eh. Porque Lady S y yo diferimos en aspectos como pueda ser la política. Por eso la evitamos. Y nos peleamos por pocas cosas más, porque Lady S es una persona justa y de fiar.
Lady S y yo hemos hecho muchas cosas juntas, porque nos encanta ser malas. ¡Es tan divertido! Nos hemos reído de la gente todo lo que hemos querido ¡y más! Un San Valentín hicimos una carta de amor falsa. Todos picaron. Pero en el fondo es una buenísima persona.
A Lady S le encanta la película de el Rey León 3: Hakuna Matata. Y a mi también. Un día tiene que volver a mi casa para verla, porque la primera vez que la vio fue en mi casa. Y eso es todo lo infantil que tiene Lady S. Todo lo demás es madurez y pura fiesta. Bueno, y vaguería, porque Lady S es muy vaga. Y ella lo reconoce. Pero como yo. Cuando nos juntamos nadie estudia para un exámen. Pero no importa, porque, como diría Lady S estamos en edad de disfrutar, no de encerrarnos por un exámen.
Echo de menos a Lady S.

domingo, 4 de octubre de 2009

Lo que me gusta.

Me gusta comer nocilla a cucharadas.
Me gusta jugar con la espuma en la bañera.
Me gusta escribir en el espejo empañado.
Me gusta pintar corazones en el espejo con rojo carmín.
Me gusta hacerme fotos con mi vestido morado.
Me gusta hacerme fotos en general.
Me gusta explotar las pompas de los envoltorios.
Me gusta dibujar las mejores escenas de mi día a día.
Me gusta comprarme faldas de cuadros.
Me gusta cantar y creer que canto bien.
Me gusta improvisar coreografías.
Me gusta saltar en los charcos cuando llueve.
Me gusta comer chocolate después de cenar.
Me gusta dar abrazos.
Me gusta jugar a que soy mayor.
Me gusta jugar a que soy fuerte.
Me gusta comerme el queso de la pizza y dejar lo demás.
Me gusta quitarle el gas a la Coca-cola.
Me gusta mirar por la ventana sin más.
Me gusta el color del otoño.
Me gusta la nieve.
Me gusta coquetear.
Me gusta provocar.
Me gusta tentar.
Me gustan las tentaciones.
Me gusta lo prohibido.
Me gustan los riesgos.
Me gustan los aviones.
Me gustan los pantalones anchos.
Me gusta sonrojarme.
Me gusta ilusionarme.
Me gusta soñar despierta.
Me gusta acostarme tarde.
Me gusta dormir hasta tarde.
Me gusta decir cosas sin sentido.
Me gusta hacer cosas sin pensar.
Me gusta improvisar.
Me gusta imaginarme mi futuro.
Me gusta recordar mi pasado.
Me gusta modificar el día con la mente.
Me gusta entender a las personas.
Me gusta curiosear.
Me gusta jugar a ser pequeña.
Me gusta creer que existen las princesas.
Me gusta creer que hay un príncipe para mí.
Me gustan los peluches.
Me gusta hacer regalos.
Me gusta ver la felicidad de las personas.
Me gusta querer. Y que me quieran.
Me gusta leer.
Me gusta ver películas románticas.
Me gusta jugar a ser la protagonista de una peli romántica.
Me gusta disfrazarme.
Me gusta ir de fiesta.
Me gusta conocer gente nueva.
Me gustan los chicos guapos.
Me gusta pedir deseos a las estrellas fugaces.
Me gusta creer en el destino.
Me gusta (a veces) mi forma de pensar.
Me gustan las tortitas con nata.
Me gusta bailar por la calle.
Me gusta la Plaza Mayor en Navidad.
Me gusta (a veces) la Navidad.
Me gusta pasarme horas en el ordenador.
Me gusta retocar fotos.
Me gusta que lean lo que escribo.
Me gusta (a veces) ser el centro de atención.
Me gusta ponerme filosófica.
Me gusta hacer feliz a la gente.
Me gusta cambiar constantemente.
Me gustan las cosas imperfectas.
Me gusta complicar las cosas.
Me gusta que se preocupen por mí.
Me gusta jugar al chinchón.
Me gusta escuchar canciones cursis.
Me gustan las Jotas.
Me gustan las fechas.
Me gustan los mordiscos.
Me gustan los besos en el cuello.
Me gusta jugar con su pelo.
Me gustan los vaqueros caidos en los chicos.
Me gusta el invierno.
Me gusta el frío.
Me gusta la poesía.
Me gustan los colores.
Me gustan los fuegos artificiales.
Me gustan las miradas.
Me gusta mirar con desdén.
Me gustan las pecas.
Me gustan los ojos oscuros.
Me gustan los gatos.
Me gustan los secretos.
Me gustan las tonterías.
Me gusta dormir.
Me gusta salir.
Me gusta sentir.
Me gusta sonreír.
Me gusta releer Don Juan Tenorio.
Me gusta Tristán e Isolda.
Me gusta llorar en el cine.
Me gusta que llueva.
Me gustan los días nublados.
Me gusta estar enamorada.
Me gusta él.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Bedobleuve se hace viejo.

Porque hoy, veinticuatro de septiembre del dos mil nueve mi querido Bedobleuve cumple dieciséis años. Y yo no he podido estar a su lado para felicitarle como es debido...
No puedo decir nada que él ya no sepa. Son tres años los que llevo a su lado, o él al mío, depende de como se mire. Tres años con más de cinco millones de sonrisas; tres años en los que no me ha fallado nunca; tres años en los que me ha dado más oportunidades que nadie; tres años pidiéndole consejos sobre la vida... Tres años increíbles.
Cuando pienso que al principio no quería ser amiga suya me pongo mala. ¿Quién no querría ser amiga de Bedobleuve? Pero es que me daba cosa. Era tan grande, y tenía cara de pocos amigos. Y resulta que un día, no sé cómo, empezamos a hablar de los pokémon. Y así fue como Bedobleuve y yo empezamos a ser amigos, y cada día le saludaba con un eufórico "PIKACHUUUU".
Oh, que tiempos aquellos. Los echo de menos. Echo de menos sus gracias, su pasotismo, que se acople a una conversación en la que no se le quiere... Todo, lo echo de menos todo.
Esta mañana he llegado a clase y no estaba impaciente por verle entrar por la puerta y ser la primera en felicitarle de buena mañana, porque sabía que no iba a llegar. Es lo que tiene cambiarse de cole, que los pequeños grandes detalles se van perdiendo. Pero me he acordado de él. En todo momento.

Muchísimas felicidades, Bedobleuve.
Como dirías tú, eres como el vino: cuanto más pasan los años, más bueno te pones.
(no te lo creas mucho narcisista)
Te quiero.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Cuidado con Drii.

Drii es una persona como hay muchas en este mundo. Sí, ya sabéis, de estas personas a las que le encanta pasárselo bien, que si por ella fuera todo sería fiesta; una persona que suele ser simpática con todo el mundo y, como la mayoría de la humanidad, mira por su bien antes que por el de otros. Personas así hay muchas. Pero Drii no se queda solo en eso. Drii tiene otra faceta.
Ella es una chica responsable, o al menos hace por serlo. Cuando hay que hablar en serio, Drii se pone seria; cuando alguien está mal, Drii suele ir a ver a esa persona (siempre y cuando esa persona sea amiga de Drii), cuando no se puede ir de fiesta porque hay que estudiar, Drii se queda en casa y, a veces, estudia. Drii tiene las cosas claras, sabe lo que quiere y cómo lo quiere, y además es muuuuuuy cabezota: si a Drii se le mete algo en esa cabezita suya, Drii puede morir por defenderlo y/o conseguirlo.
Pero la cabezonería de Drii a veces es mala, porque si topa con otro/a cabezota se puede liar la de Dios. Y no exagero. Además, los cabezotas como Drii suelen ser muy muy orgullosos, y sí, Drii es muuuuuuuuuy orgullosa: puede acordarse de algo ¡durante años! Así que sí, Drii es algo rencorosa también. Y Drii enfadada tiene mucho peligro, así que CUIDADO. Aunque tengo que admitir que todo esto último lo soy yo también. Pero Drii y yo siempre nos perdonamos, porque somos como hermanas.
Con Drii he hecho mil locuras, como coger un tren para ver a unos chicos que al día siguiente se iban a Londres, su ciudad natal. Y muchas más cosas que no os voy a contar. A veces mis padres y los padres de Drii nos castigan sin quedar juntas, solas, porque siempre que lo hacemos pasa algo. Pero nunca es demasiado tiempo, porque Drii y yo siempre conseguimos escaquearnos de los castigos y que todo quede en algo más leve.
Drii y yo lo pasamos muy bien, con un tarro de nocilla y dos cocacolas podemos hacer de la tarde más aburrida el día más interesante de nuestra vida. Además Drii y yo tenemos telepatía, siempre terminamos las frases la una de la otra. Antes éramos muy iguales: nos gustaba la misma música, la misma ropa, los mismo libros... Ahora hemos cambiado, somos más diferentes. Ella tiene su estilo, más bien visto, más pijita... Y yo... pues bueno, yo y mis pintas, como dice ella. Pero hay algo en lo que nunca hemos coincidido y espero que nunca coincidamos: los chicos. Mi propototipo de hombre es algo así como: pálido, pelo negro/castaño oscuro, ojos negros/marrones oscuros (y, en ocasiones, verdes)... En cambio a ella le gustan los morenos, rubios, de ojos claros, pelo wash... En fin, el típico tipicazo que le gusta a prácticamente todas las mujeres de este planeta. Lo cual es bueno, porque así Drii y yo no nos pelearemos por ningún chico nunca.
Al contrario, Drii y yo nos peleamos porque una se mete con los chicos que le gustan a la otra. Y rectifico, Drii se mete con los chicos que me gustan, y eso me saca de quicio. Sí, sí, porque, haber por qué se tiene que meter ella con un chico al que no conoce, por lo tanto no sabe ni cómo es. Es, realmente, lo que más me molesta de Drii. Pero al final siempre lo solucionamos, porque las amigas siempre solucionan los problemas.
Además, yo quiero mucho a Drii.

martes, 8 de septiembre de 2009

Yimay & Eme.

Yimay está raro, dice que no se siente él. Creo que es porque ha cambiado, la vida nos cambia, ¿no? A lo mejor eso es lo que le ha pasado a Yimay. Pero me preocupa. Me preocupa porque Yimay nunca se ha preocupado tanto por sí mismo sin preocuparse realmente por él. No sé si me entendéis, pero creo que da igual, yo tampoco lo entiendo.
Yimay siempre está ayudando por los demás, de hecho últimamente ha sido uno de mis mejores puntos de apoyo. Lo que pasa que Yimay cree que a veces tiene que ponerse serio con sus amigos, y no le gusta demasiado. A mí, sin ir más lejos, el otro día me hizo una prohibición. No lo hace a malas, es que cree que hace lo mejor para los demás. Como si prohibir algo fuera a impedirnos hacerlo. En mi caso, ya le he dicho que yo no sé; pero no soy yo quien le preocupa.
Le preocupa él pero por una tercera persona; creo. Es difícil entender a Yimay, y mucho más ayudarle. A mí me sabe mal, porque él siempre me ayuda a mí. No me gusta que Yimay esté así, me... Me asusta.
¡Como Eme! Cuando Eme se pone serio me cuesta reaccionar. Sí, porque Eme siempre está haciendo gracias, y yo me lo pasó muy bien con él. Pero a veces se pone serio conmigo y yo me quedo como bloqueada.
Ayer Eme dijo que me tenía envidia, pero por una soberana tontería. ¿Sabéis por qué me tiene envidia? Porque yo estoy plof y él no. ¿Os parece normal? Claro, a ver que le digo yo a eso. Pues que es tonto le dije, que estar plof no mola nada. Pero se queja porque dice que ya no se acuerda de lo que es estar plof, y que cuando se pone plof no le dura ni diez minutos. ¿Qué persona normal se pone plof por no poder ponerse plof?
Empiezo a parecer una niña pequeña con tanto plof. Nunca Yimay y Eme me habían preocupado: Yimay porque sabe salir él solito de sus problemas y de un día para otro ya lo ve todo más claro; y Eme porque directamente no tiene problemas. Pero parece que los dos quieren decirme algo y que yo no estoy en la misma órbita.
Hoy todavía no he hablado con ellos, porque tenían clase; pero espero que ya estén mejor. Creo que todos estamos empezando a cansarnos de la rutina de no hacer nada. Quizá volver a empezar nos venga bien.

sábado, 5 de septiembre de 2009

English Cathegory.

¿Habéis estado en Londres? ¿Sí? Entonces sabréis de lo que os voy a hablar. ¿No? Pues deberíais conocerlo, no sabéis lo que os perdéis.
No sé si tuve suerte o es falso eso que dicen de que allí siempre hace "mal" tiempo, pero a mí me hizo sol todos los días; todos excepto uno. Algunos pensaréis que si me ha hecho buen tiempo no conozco Londres en su estado más puro, pero es una ciudad tan maravillosa que da igual el clima que la acompañe.
Debo decir que. como ciudad, está mucho mejor cuidada que Madrid, eso es un hecho irrefutable e incontradecible. En lo que a limpieza de calles se refiere, y también hablando de parques y zonas de ocio. El lugar que más me gustó creo que fue, sin lugar a dudas, el High Park. Es un parque realmente precioso, con un montón de zonas verdes, un lago enorme, un "río" (es cortito y artificial) y las ardillas se te acercan para que les des de comer. Además los árboles son enormes y de todo tipo: sauces llorones, almendros... Es realemente precioso.
También me encantó Picadilly Circus, que es el Times Square de Londres, pero por supuesto no es para nada comparable con él... Nueva York y Londres son mundos totalmente distintos. En Picadilly las luces son las reinas de la noche, los restaurantes son casi todos indios y hay un centro comercial de oportunidades y el que no está en rebajas. Subiendo por un callejón llegamos a China Town, y por una calle un poquito más ancha están todos los garitos, al más puro estilo ingles.
Visitar Londres es toda una aventura cultural, y es muy curioso ver en los bares "spanish tapas". Además está lleno de españoles que están practicando allí su inglés, y es muy divertido cuando todos te hablan bajito en español porque sino les echan la bronca. Tomar el té de las cinco con un poco de leche y tostas es una experiencia que o vives en Londres, o no sabes lo que es. ¡El té de allí sabe mucho mejor!
El London Eye siempre tiene una cola impresionante, por eso yo no monté; el Big Ben es impresionante visto desde cualquier ángulo. Yo no soy mucho de museos, pero aún así fui a dos o tres; después de todo no puedes ir de turista y saltarte los museos. El Harrods es como el corte inglés pero con más glamour y mucho más caro. Allí no tienen la ropa que me gusta, yo disfruté mucho más en el mercadillo y en las tiendas de Camden town, que también son un poco en plan mercadillo.
El Nottingham Palace es realmente impresionante, pero lo es mucho más de noche y con el sonido de las gotas de lluvia impactando contra el suelo, con a penas tres personas por la misma calle que tú y un sordo sonido de tacones de la típica inglesa arreglada que anda deprisa porque se ha olvidado el paraguas.
No me cansaría nunca de visitar Londres una y otra vez, pues de todos los lugares que he visto en mi corta vida es uno de los que más me gusta.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Jota el innombrable.

De Jota podría pasarme horas y horas hablando, pero lo tengo prohibido. Prohibido hablar de Jota, prohibido pensar en Jota, prohibido ver las fotos de Jota, prohibido releer los mensajes de Jota, prohibido contar el tiempo que llevo sin Jota, prohibido llamar a Jota, prohibido recordar a Jota y, sobre todo, prohibido querer a Jota.
Supongo que a estas alturas ya sabréis quién es Jota. Aquellos que hayáis pensado que Jota es mi ex, habéis acertado. Por eso está prohibido al 100%. Mis amigos, que dicen que me hace daño, pero es porque no entienden nada. Dicen que Jota es lo vulgarmente cnocido como cabrón, pero yo sé que no es verdad, porqueyo le conozco casi mejor que nadie.
Jota es de pueblo: basto y maleducado. Además es muy vago, nunca le ha gustado estudiar, y en cuanto pudo lo dejó. Sus únicas aspiraciones en la vida son matar/pegar nazis y follar. Es que Jota es punk, o al menos lo era, ahora se hace llamar Red Skin. Y lo de follar es porque es hombre, ¿qué se puede esperar? Hace mucho prometió que yo sería la primera, pero sé bien que esa promesa la rompió hace ya mucho.
Vale, reconozco que desde ese punto de vista Jota no es el mejor novio del mundo, ni siquiera algo parecido. Jota va de tío duro, a veces hasta lo consigue, pero en el fondo es un blando. Puedo apuntarme el tanto de haber hecho llorar a un punk. Difícil, ¿eh? Él es buena persona, siempre intentó hacerme feliz y sacarme las mejores sonrisas, siempre estuvo ahí para mí como punto de apoyo y renunció a mucho por mí. Porque la mejor parte de Jota es cuando se pone cariñoso, protector y hasta celoso. Jota celoso es de las cosas que más me gustan en este mundo. Y después de más de un año sin ser nada sigue poniéndose celoso cuando le hablo de otros chicos. Porque Jota fue mi primer beso y mi primer novio, pero no fue el último (aunque al principio me juré que lo sería). Era mi casi perfecto príncipe azul.
Pero si Jota quiere hacer daño, Jota puede dejarte al borde de la muerte. Yo he sido testigo de sus maldades y he sentido en carnes la crueldad de sus actos. Jota lo fue todo para mí, y cuando se marhó yo ya no quería ni vivir. No acabamos bien. La cuerda se tensó demasiado. Demasiado y de forma exagerada. Aunque él no quería hacerme tanto daño, dijo lo que me dijo porque sabía que era la única forma de que yo aceptara que nuestra historia había acabado. Porque Jota es muy cabezota, pero yo más. Se me metió en la cabeza que fuésemos novios a pesar de la distancia, y lo fuimos. Se me metió en la cabeza que no íbamos a acabar y tuvo que obligarme a aceptarlo. Sino nunca habría dicho aquello, porque me quería.
Lo cierto es que nadie nos quería juntos, pero Jota quiso quedarse conmigo. Al menos temporalmente. Aunque Jota solía decir que no iba a dejarme nunca porque yo era la mejor novia que ningún chico podía tener. Solía decirme que tenía el corazón tan grande que no me cabía en el pecho. Supongo que no fui tan buena novia si me dejó, pero lo decía todos los días. Le creí. Me creí todas y cada una de las palabras que dijo. Me vi de vieja con él. Juntos para siempre, ¿era eso, no? Era. Pero a pesar de todo, Jota y yo podemos hablar de vez en cuando. Muy de vez en cuando.
Siempre me pregunta si llevaba razón cuando me decía que a los dieciséis años iba a estar muy buena y dice que le sigo pareciendo la chica más guapa que ha conocico en su vida. En realidad Jota quiere follarme, y me lo dice. Pero para eso tiene que venir a Madrid. Lo cierto es que si viniera, para qué mentirnos, yo no me negaría. Después de todo... es Jota. Y tiene su morbo, ¿no? Si el aquítepilloaquítemato mola de por sí, tratándose de un ex, más aún. Pero eso no cambiaría nada.
No camiaría nada porque yo no volvería con Jota. Si salió mal una vez, lo saldría dos y tres. Y el pasado siempre ha sido, es y será pasado. Y ademas, ya no le quiero de esa forma, a pesar de que le amé más que a nadie en este mundo.
Me dicen que Jota nunca ha sido tan feliz como cuando estuvo conmigo, y que cuando habla de mí sonríe mientras dice que he sido, soy y seré la mejor novia que cualquier chico puede pedir. A mí me duele saber eso... Pero Jota fue feliz conmigo, y yo con él fui más feliz de lo que he sido nunca; al menos por ahora.
De tdas formas, Jota ha cambiado mucho: ahora es más violento y más borde. Cuando se pone borde conmigo me hace llorar. Tiene la poderosa capacidad de hacerme llorar hasta con el tono de voz. Por eso está prohibido. Pero es irremplazable.
Guardo muchos recuerdos bonitos suyos, pero mi favorito es cuando borrachos perdidos dijimos que queríamos estar juntos el día en que el sol se apague. No cualquier persona se dice eso la segunda noche que pasan juntos.
¿Que si quiero a Jota? Sí, le quiero.

sábado, 22 de agosto de 2009

Bedobleuve el jugador.

Bedobleuve es un chico independiente, libre como un pájaro: un día está con unos, otro día con otros, y a la semana siguiente con alguien nuevo. Todo el mundo quiere a Bedobleuve, porque es muy sociable y es absoutamente imposible no reírse con él. Además es un tipo legal, Bedobleuve siempre defiende a todo el mundo cuando alguien se pasa de la raya, pero a la vez deja que esa persona se desnvuelva sola porque sabe que sino nunca va a valerse por sí misma. Bedobleuve es muy peculiar, un chico como no he visto a ningún otro.
Siempre verás a Bedobleuve rodeado de buen rollo y fiesta; dónde hay cachondeo está siempre Bedobleuve. Y ahí entra el inconvenienten que tiene el gran Bedobleuve: no sabe hablar en serio. Con Bedobleuve puedes pasártelo mejor que con ninguna otra persona que conozcas, pero como quieras tener alguna conversación seria puedes morir en el intento. A veces Bedobleuve y yo nos hemos enfadado, o más bien yo con él. Porque Bedobleuve tiene un concepto extraño de la amistad, el lo sabe todo sobre todo el mundo, pero nadie sabe nada de él: su vida es un completo misterio. A mí a veces me saca de quicio, porque es como si no confiara en la persona que siempre ha estado a su lado; pero Bedobleuve es así, no puede pedírsele más. Al final te acostumbras a que sea así. Pero es imposible acostumbrarse a que no sepa mantener una conversación seria, o a que se meta en conversaciones que no le incumben.
Y a pesar de todo Bedobleuve es uno de los mejores amigos que se pueden tener en este mundo. Bedobleuve no hace preguntas cuando rompes a llorar sin ningún motivo aparente, él se limita a abrazarte en silencio hasta que te relajas, y entonces pregunta. Y si no quieres hablar, Bedobleuve no insiste. Los abrazos de Bedobleuve son como un tesoro, porque si vas y le dices "dame un abrazo" no te lo da, no va por el mundo repartiendo su cariño, él lo entrega cuando sabe que realmente se necesita. Sus abrazos son los que más me llenan, porque vienen en el momento en el que más los necesito.
Además Bedobleuve ha estado a mi lado en el momento más duro de mi vida, y nunca olvidaré aquel día, cuando todos prefirieron divertirse y hacer caso omiso a mi estado mientras que él renunció a aquel entretenimiento por abrazarme y secarme las lágrimas. Eso es algo que nunca le terminaré de agradecer, un favor que aún le debo; fue mi único apoyo.
Aunque Bedobleuve es muy ambiguo: cuando le pides ayuda se pone en plan filosófico, y en realidad no te dice nada, pero te hace creer que está diciendo algo para que tú le des vueltas y llegues a la conclusión que tienes que llegar sin que él te haya nada nuevo. A mí me cuesta mucho entenderle. Es como Rafiki el del Rey León con su "mirah más alláh de lo que vesh" y al final cada uno ve lo que quiere ver; pues lo mismo, pero en plan Bedobleuve. Aunque hay un consejo que me ha servido mucho más que ningún otro juego de palabras que me haya dicho en los cuatro años que le conozco: si te rayas, intenta no pensar en un oso blanco. Realmente funciona. Se toma la vida como si fuera un juego que, aunque sea duro, nos terminará por enganchar y adoraremos jugar.
Y así es Bedobleuve, alguien tan sumamente guay que se hace llamar a sí mismo Dios. Y no exagero, es que Bedobleuve tiene una autoestima muy alta y no lo oculta, en su diccionario la palabra modestia no existe. Pero yo le quiero mucho. Mucho mucho.
Bedobleuve es irremplazable.

P.D.: Bedobleuve busca novia =)

viernes, 14 de agosto de 2009

Miedo número dos: el más profundo.

Hay algo que me da miedo por encima de todas las cosas. Es más que miedo, me aterroriza, me impide dormir y hace que me cueste respirar. Además es un miedo que no puedo quitarme, nadie puede, porque es un miedo a largo plazo. Es como el que vive con miedo a morirse, pero con incertidumbre, porque morirnos nos vamos a morir todo; en cambio este miedo es relativo... Varía según la persona, su vida y el destino que le toca. Además creo que es un miedo más común, un miedo que tiene mucha gente pero todos se callan.
Hablo de la soledad. Pero no una soledad cualquiera, sino de llegar a los cuarenta y estar sola; completamente sola. Ver como todos mis amigos de ahora tienen su vida hecha y yo no me haga casado ni tenga hijos. Me da verdadero pavor. Porque, pensadlo: nuestra educación se basa en encontrar a alguien con quien compartir una vida, discutir de dinero, comprar hipotecas, buscar el sofá perfecto para el salón, repartir las tareas domésticas, gritar porque se ha dejado la tapa del váter levantada, pensar un nombre para la niña, o para el niño, mirar catálogos con lugares de vacaciones, pensar en un coche, el color del coche y de las paredes de la casa y debatir sobre si lo que dicen en las noticias tiene alguna lógica o es una mera manipulación para que creamos que todo está perfecto. Pero ¿y si yo nunca encuentro a ese alguien?
Si nuestra educación, ya de por sí, está enfocada al amor, mi vida está pensada por y para ese sentimiendo que le da motivos a mi existencia. Desde que tengo uso de razón llevo imaginándome como será el gran día en que luzca un vestido de blanco y pronuncie el "sí, quiero" con mi novio y futuro marido al lado. Pero ¿y si ese día no llega nunca? Quizá sea un miedo estúpido, ¿quién no encuentra nunca a nadie?
Puede que yo. Todo hombre que ha pasado por mi vida ha terminado diciéndome que soy muy complicada de tratar, que nunca saben lo que quiero. Yo es algo que no me explico, soy más obvia que un libro abierto, pero todos dicen que soy complicada de tratar. Lo cierto es que yo por alguien a quien quiera puedo darlo absolutamente todo, como si me pide un viaje a la luna, que no se como pero sería capaz de conseguir el dinero para que él la visitara; y no me importa. No me importa el sacrificio por demostrar a alguien lo que siento, y tampoco pido mucho a cambio. Hacerme sonreír es bien fácil, y más para un chico al que yo quiera. Pero al parecer soy difícil de tratar. En realidad creo que el problema no es ese.
No soy difícil de tratar, soy difícil de aguantar. Es verdad, a poca gente le gusta mi forma de ser, y a los que les gusta quizá les parezca cargante. Yo no podría ni ser amiga mía. Y si ni yo me soporto ¿cómo va a soportarme otro alguien? Entonces estaré condenada a la soledad... Una condena que no seré capaz de aguantar...
Y por eso cada día de mi vida voy buscando algo que me diga "eh, ahí fuera hay gente que te quiere y algún día aparecerá ese hombre que tanto buscas". Quizá me preocupe demasiado por el futuro, después de todo solo tengo dieciséis años, pero yo no sé vivir sola. Necesito un punto de apoyo, alguien que me de fuerzas...

martes, 11 de agosto de 2009

El vecino Eguardo.

Eguardo (Edu, para el resto del mundo) es uno de mis más antiguos conocidos y una de las personas que más aprecio en este mundo; un chico realmente especial. Me conoce desde que nací, yo solo tengo recuerdos suyos desde los tres años, cuando me subía en su monopatín y me empujaba calle abajo. Su nombre, como imaginaréis, es una mala pronunciación de Eduardo, y aunque se pasó tardes enteras haciéndome repetir Eduardo yo era incapaz de decirlo, y en cambio Edu lo decía sin ningún problema. Eguardo es un chico muy paciente, me ha aguantado durante más de diez años y nunca se ha enfadado conmigo; a pesar de que yo era una niña muy testaruda. Pero Eguardo siempre se llevaba la parte más especial de mi cariño...
Sí, porque yo decía que Eguardo era mi novio y que cuando fuéramos mayores nos casaríamos, y Eguardo me seguía el juego. Hasta que un día Eguardo se hizo mayor para corroborar mi broma y apareció con una chica en casa; una chica realmente guapa. Claro, solo una chica realmente guapa podría ser la pareja de mi Eguardo; quién de pronto dejó de ser mío. Fue un palo, pero lo cierto es que algo dentro de mí sabía que aquello era solo un juego de niños. He visto a Eguardo con muchas chicas, y creo que aún no ha encontrado su pareja perfecta. La niña que vive dentro de mí se alegra, porque además siempre que veo a Eguardo me saluda con un abrazo y un cariñoso "Laurii ¡que guapa estás!". Debí haber nacido antes, y entonces Eguardo sería mi novio y yo la chica adecuada para él. Eguardo es muy guapo, pero shhh, es un secreto.
Recuerdo que pasaba tardes enteras con él, y a veces hasta dormíamos juntos. Aunque Eguardo tiene una hermana, pero yo siempre me llevé mejor con él. Al menos antes, ahora los dos son personas imprescindibles en mi vida. ¿Por dónde iba? Ah sí, las noches con Eguardo: dormíamos él, yo y Monstruito. Monstruito era un peluche que tenía Eguardo, rojo, negro y azul, que a mí me encantaba. ¡A veces lo usaba para darme sustos! Pero siempre acabábamos riéndonos. En verano le echaba mucho de menos, porque se iba el verano entero a Galicia, mientras que yo allí solo pasaba un par de semanas, y no siempre en el mismo sitio que él. Un año me trajo una preciosa cajita redonda, rosa, y con agua, purpurina y figuritas en la tapita. De echo, es la cajita rosa que encabeza este blog. Yo me puse muy contenta, esa cajita es uno de mis mayores tesoros.
Realmente echo de menos a Eguardo, porque entre que él ya es un adulto casi independiente y me cambié de casa a penas le veo... Pero yo siempre, siempre, siempre voy a quererle como uno de los chicos más geniales que he conocido. Después de todo me conoce desde hace 16 años.
Siempre será mi Eguardo.

lunes, 10 de agosto de 2009

Miedo número uno.

Todas las personas de este planeta tienen miedo a algo, porque el miedo es algo natural; algunas tendrán más miedos y otras menos, pero a todos nos aterra algo. Y no hablo solo de miedos materiales, como las arañas, la oscuridad o los zombis, hablo de los miedos abstractos.
Yo soy una persona muy asustadiza y bastante insegura, por lo que estoy llena de miedos. Y hay algo que me da mucho miedo; no es lo que más miedo me da, pero sí lo segundo a lo que más temo. ¿Tenéis curiosidad por saber de qué miedo hablo? No es un miedo muy común, la verdad.
Hablo de que me quieran. A ver, no empecéis a sacar vuestras propias conclusiones, a todo el mundo le gusta que le quieran porque así nos sentimos... especiales, por llamarlo de alguna forma. Pero a mí me da mucho miedo que un chico se enamore de mí y yo no pueda corresponderle... Pensaréis que es un miedo absurdo, que no todos los amores pueden ser correspondidos, pero es que yo me pongo en el lugar de los demás y pienso cómo debe dolerles quererme y saber que yo no siento lo mismo. Supongo que por eso me cuesta tando decirle que no a un chico y me paso horas y horas buscando la forma menos dolorosa de hacerlo, lo cual es frustrante porque lo digas como lo digas vas a hacer daño. Y también supongo que por eso me he distanciado de muchos chicos que eran importantes en mi vida, porque he visto que ellos no iban por el camino que yo quería seguir y para que no siguieran sintiendo nada me he apartado. A veces incluso he llegado a ser borde con un chico que fuera un sol para que se olvidara de mí, y creo que esa tampoco es la manera porque quizá así también duela. A veces soy injusta y me odio a mí misma, porque sé que en otras circunstancias, de otra forma, en otro sitio, antes o después podría querer a ese chico y ni siquiera le doy una oportunidad (cuando me gustaría que es lo que hicieran conmigo, darme al menos una oportunidad... aunque en el amor las cosas no funcionan así); y también me odio a mí misma por hacer las cosas mal aposta solo para que ellos dejen de ir detrás de mí...
Algunos dicen que soy borde, otros que soy difícil de tratar y la mayoría que no hay quien me entienda, pero en realidad lo que pasa es que no me gusta ver sufrir a la gente, y mucho menos si es por mi culpa...
Un miedo curioso, ¿verdad?
Seguid atentos, que el próximo día hablaré de mi miedo más profundo.

jueves, 6 de agosto de 2009

El apacible Yimay.

Yimay sí que me desconcierta. Se toma la vida de forma tan tranquila que a veces parece un oriental; nada le altera, nada le estresa, nada le preocupa y deja que todo fluya. Y no es que lo haga con una sola cosa, no; él lo extrapola a todos los campos de la vida. La verdad es que le admiro, le admiro mucho.
Le admiro porque Yimay es de las personas más empáticas y pacientes que he conocido en mi vida; no le importa tener que repetirte una y otra vez la misma frase para que te des cuenta de que lo que estás haciendo no es lo mejor, podría pasarse horas y horas explicándote lo mismo solo para que lo entendiéras y siempre está disponible para lo que sea. Yimay siempre da su opinión, te explica su forma de ver las cosas y luego deja que tú elijas lo que te parece que debas elegir, sin que él intente persuadirte de que su idea es mejor que la tuya.
Además Yimay es muy filosófico y metafórico: todo lo que puede lo explica con metáforas, y no metáforas cualquiera, metáforas de las buenas. Yimay siempre está rodeado de gente, y creo que por ser como es nunca le va a faltar un amigo (o una amiga en mi caso) en el que apoyarse.
También es muy temperamental, poco impulsivo y sus acciones siempre son premeditadas, para estar completamente seguro de que el paso que da es el correcto. Al pensar tanto las cosas, cuando las hace ya no le producen ningún daño, porque ha barajado en su mente todas las opciones y se ha prepararo tanto para lo peor como para lo mejor. Creo que eso es una gran ventaja, aunque a veces Yimay desearía sentir un poco más. Pero yo le envidio.
Envidio su gran fortaleza que nadie puede destruir, envidio la determinación con la que lo hace todo y sobre todo envidio la confianza que tiene en sí mismo. Pero Yimay nunca admitirá ser tan bueno, no es ese tipo de chico poco humilde y creído.
El corazón de Yimay está a medio ocupar, pues hay una chica que lleva algún tiempo intentando entrar y ya está con un pie dentro. Al principio Yimay no sé quería dejar engatusar, había de por medio un amigo y no estaba dispuesto a traicionarle por una chica que no se va a quedar mucho tiempo a su lado (Yimay no cree en el amor eterno). Pero Yimay está empezando a caer... Aunque no sé, otra cosa que me gusta de Yimay es que no le da tanta importancia al amor romántico como al amor entre amigos. Eso mola, porque si a Yimay no le sale algo bien con una chica se la refanfinfla (como dice él).
Yimay es uno de los mejores amigos que te puedas encontrar.

miércoles, 5 de agosto de 2009

El despreocupado Eme.

Eme tampoco es un adolescente normal y corriente, de los que tienen en la cabeza tetas y solo tetas; Eme tiene cosas como pizza, hamburguesa y perritos calientes rondándole siempre por la cabeza. Su frase favorita cuando salimos todos juntos suele ser "¿vamos a cenar? no es por ser gorrón, es que es algo importante." No, Eme no es un gorrón, pero si tocamos a dos trozos y medio de pizza él se come cuatro. ¿Y sabéis lo más curioso? Eme come, come y come, pero nunca engorda. Supongo que será por eso del metabolismo, Eme ha tenido suerte en eso.
Eme me intriga mucho, o más que él, su forma de ver la vida. Eme es despreocupado, desgarbado, relajado y le quita importancia a todo. Es de esos chicos que siempre tienen una gracia que soltar, lo cual a veces me desquicia... Pero solo a veces, porque por lo general consigue que sonría hasta cuando estoy al borde de caer en el abismo. Eme es muy gracioso. Pero hay algo que me intriga muchísimo de él...
...de todos mis amigos pertenecientes al género masculino, Eme es el único que no me habla de mujeres, ni desde el punto de vista físico ni desde el psicológico. A ver, no me malinterpretéis, sé que Eme es heterosexual, pero no anda por ahí buscando una princesa a la que rescatar, y tampoco espera que la princesa aparezca. No sé, Eme nunca ha llegado y me ha dicho "he conocido una chica guapísima que..." ni me ha pedido ayuda para conquistar el corazón de ninguna otra. Le he visto rechazar a una chica, pero nunca le he visto sufrir por el rechazo ni arrinconarse en su cuarto preguntándose por qué sigue soltero cuando en el grupo la mayoría tienen pareja... (Sí, digo tienen porque mi humano favorito entre mis preferidos no se decide a pedirme salir... pero ya os hablaré de él otro día).
Con Eme suelo hablar de cosas superfluas, decir tonterias, jugar a aumentarnos las visitas del perfil, tener tres conversaciones simultáneas hablando de distintas cosas, ponernos nombres mega secretos que solo él y yo conocemos para una misión súper secreta para que al final uno de los dos se vaya de la lengua y el otro pueda echarle la bronca, y sobre todo, soy la Lolita Caliente de su Rordillo. No intentéis entenderlo, ni si quiera yo entiendo por qué dejo que me evada tanto de la realidad como para ponerme a hacer el gilimemo me esta forma, pero el caso es que es divertido. Hablar con Eme es como volver a ser una niña...
...excepto cuando recurro a él para pedirle consejo. El pobre se pierde un poco, nunca sabe muy bien como ayudar y a veces parece que hablemos idiomas diferentes, pero no importa. Ni importa ni importará nunca, porque Eme es otro gran amigo.

martes, 4 de agosto de 2009

El pequeño Yei.

Yei es un niño peculiar, de los que nunca han jugado al "yo nunca" con una botella de licor de melocotón; pero tampoco es un juego que le intrigue demasiado. Yei no bebe, no fuma y no hace cosas típicas de adolescentes típicos como pueda ser ir robando besos a las chicas guapas de corta minifalda. Yei es un chico maduro; o al menos finge serlo. Lee, hace deporte, estudia y siempre busca ser el mejor en todo. El pobre Yei no se da cuenta de que lo importante es disfrutar con lo que se hace, y no tener ese afán por superar a los demás que, a veces, excluye a ciertas personas por no ser tan buenas como él en un juego de equipo. Es testarudo, y cuando se enfada da verdadero miedo.
Yei se enfada mucho conmigo. Dice que soy cabezota, orgullosa, enfadica, egoísta, borde y bipolar, pero eso es porque no se ha visto al espejo. La verdad es que Yei y yo somos muy parecidos; aunque con una pequeña gran diferencia: él es de derechas y yo todo lo contrario.
Yei y yo nos peleamos porque a Yei no le gusta la gente, considera que son todos clones unos de otros y que solo piensan en ellos mismos, pero yo no estoy de acuerdo. Por más que intento hacerle ver que ellos solo buscan que todos lo pasemos bien juntos, él se empeña en decir que siempre hay que pasarlo bien a su manera. Quizá sea cierto, pero ellos no lo hacen con mala intención...
Aunque yo creo que a Yei lo que le pasa es que se siente solo, pero no solo de no tener amigos, sino que le falta una compañera de viaje. Yei está enamorado de unos ojos verdes y una melena rizada, pero ella le quiere como amigo. Yei nunca se rinde, no le da miedo llorar delante de la gente y entre batalla y batalla perdida a tenido otros pequeños amores, aunque la mayoría han fallado. A Yei le encanta piropearme, creo que es porque a vees se acuerda de que yo fui uno de esos amores intermedios no conseguidos.
L- Vamos a ver amanecer...
Y- Que bonito.
L- No es bonito.
Y- ¿Por qué?
L- Porque voy a ver amanecer sola, tirada en la cama de mi cuarto y hablando por teléfono.
Y- No estás sola, me tienes a mí.
L- No hablaba de ese tipo de soledad...
Y- Lo sé... Es solo que... Por una vez pensé que podías ser tú esa chica que diera un puñetazo en la mesa y luchara por mí... No sé.
Cuando se pone así, intento ignorarle, no me gusta hacer daño a Yei; pero es tan insistente...
Y- Podría haber salido bien.
L- No, habría salido mal.
Y- Si no lo intentamos nunca lo sabremos.
L- Es absurdo intentar algo que sabes que va a salir mal.
Y- ¿Por qué? Yo te abrazaría cuando tuvieras frío y te miraría mientras duermes...
Sí, lo cierto es que yo daría cualquier cosa porque mi humano favorito de entre mis preferidos me dijera esas palabras, o algunas parecidas, para tirarme en sus brazos y besarle como jamás nadie en la vida le ha besado; pero cuando lo dice Yei la cosa cambia, y a veces me duele hasta a mí verle solo como un amigo.
L- Somos demasiado distintos...
Y- En realidad no.
L- ¡Eres de derechas!
Y- Así que todo se resume a eso...
L- Sabes que no, sabes que nos pasamos el día discutiendo, que haces que me ponga histérica y tú me gritas, y yo odio que me grites.
Y- Pero también soy capaz de hacerte sonreír...
Llegados a este punto me niego a seguir con el tema, me duele hacerle daño a Yei sabiendo que siendo de otra forma sí que podría estar con él, pero por algún extraño motivo soy incapaz de verle con esos ojos... No elegimos de quien nos enamoramos, pero eso a Yei le cuesta entenderlo; como ya he dicho es muy testarudo. Aún así...
Yei es un tipo guay, pero es demasiado exigente y creo que por eso aún ha encontrado su lugar ni su compañera de viaje, pero Yei es joven y le queda mucho camino por recorrer y muchas partidas a las que jugar para intentar conquistar a la chica de ojos verdes y melena rizada.
Es un gran amigo.

domingo, 2 de agosto de 2009

Mi colección de promesas por cumplir

(Las que hice y las que me hicieron.)

Aquellas promesas de fin de año...
Prometo que este año me voy a esforzar más. (como siempre)
Prometo que este año voy a ser mejor persona.
Prometo que este año me busco novio serio. (otra cosa es encontrarlo...)
Prometo que este año no me voy a pelear con mis padres.
Prometo que este año no voy a llorar por ningún hombre. (¡Que te lo has creído!)
Prometo que este año no me voy a enamorar. (¿No enamorarme? imposible)

Aquellas que te hice...
Te prometo que no me van a besar otros labios que no sean los tuyos. (era inevitable)
Te prometo que pase lo que pase siempre te voy a amar. (lo dije en serio)
Te prometo que siempre te voy a esperar. (JÁ)
Te prometo que voy a ser feliz.
Te prometo que no te vuelvo a llamar. (si pudiera...)
Te prometo que siempre vas a ser el primero. (eso está por ver)

Aquellas que me hice...
Prometo que no voy a volver a mirar su foto. (si pudiera...)
Prometo que no voy a releer mi diario.
Prometo que no vuelvo a preguntar por él.
Prometo que no me voy a dejar engañar.
Prometo que esta vez va en serio.
Prometo que para el próximo examen estudio. (como para todos)
Prometo que de este finde no pasa.
Prometo que ningún tío volverá a hacerme daño. (fe es lo que yo tengo)
Prometo que no vuelvo a creerme una promesa. (bueno, al fin dices algo con sentido)
Prometo que no vuelvo a prometer nada. (¿todo lo anterior que son?)

Aquellas que les hice...
Te prometo que no me gusta. (me gusta mucho)
Te prometo que solo me gusta. (me encanta)
Te prometo que no le quiero. (con locura)
Te prometo que le quiero pero poco. (estoy a punto de enamorarme)
Te prometo que este es diferente. (eso me gustaría a mí)
Te prometo que no es amor de verdad.
Te prometo que ya no pienso en él. (¡mentira cochina!)
Te prometo que no lo voy a hacer más.

Aquellas que me hiciste...
Prometiste no dejarme nunca. (te creí)
Prometiste amarme siempre. (te creí)
Prometiste que era lo que tú más querías. (te creí)
Prometiste que sin mí te morías. (te creí)
Prometiste llegar conmigo a la tumba. (te creí)
Prometiste cuidarme por encima de todo. (te creí)
Prometiste no dejar que nada me hiciera daño. (te creí)
Prometiste que vendrías a por mí. (te creí)
Prometiste que me llevarías lejos... (te creí)
Prometiste acordarte de mí siempre. (te creí)

Aquellas que me hicieron...
Prometieron dejarme perforarme el labio. (ilusa)
Prometieron dejarme teñirme de colores. (ilusa)
Prometieron un viaje a París.
Prometieron ser mis amigos siempre.
Prometió estar siempre a mi lado.
Prometió que no se rompería nunca.
Prometieron dibujar mis sonrisas.
Prometieron no dejarme caer.

Y todas las que, definitivamente, rompí, rompiste, rompió y rompieron.
Prometo que no le vuelvo a llamar.
Prometo no volver a mirar su foto.
Prometo no volver a hacerlo.
Prometo que no vuelvo a llorar por un hombre.
Prometo que no vuelvo a querer a nadie.
Prometo ser feliz.
Prometiste no dejarme nunca.
Prometiste que estaríamos juntos para siempre.
Prometiste llevarme lejos.
Prometiste volver.
Prometió quererme.
Prometió quedarse.
Prometió no fallarme.
Prometieron no dejarme caer de nuevo.
Prometieron obligarme a no hacerlo.
Prometieron estar siempre.

miércoles, 29 de julio de 2009

Everland.

Everland es un lugar lleno de color y felicidad, de alegría y sonrisas. Está en la segunda estrella a la izquierda de mi mente, y hace mucho que no me paso por allí. Siempre hago intentos de visitarlo, pero siempre me quedo a mitad de camino. Supongo que os preguntaréis por qué.
Veréis, Everland es mi Neverland personal, y todos tenemos que crecer algún día. Pero yo hoy quiero volver a mi querida y dulce infancia. Allí siempre he sido feliz, ya sabéis, es donde todo se arregla con un no se vale y lo único que importa es que el mar no derribe mi castillo de arena. Hay ninfas, piratas y un arcoiris que solo se va los días en los que mi madre me castiga. Aunque de eso hace mucho. La verdad es que lo echo de menos. Jugaba a que era Suzel, y él, el protagonista de todas mis aventuras y mi hermano mayor mega protector, Connor Luz. Que recuerdos... Hoy, definitivamente, voy a llegar. Supongo que seguuirá todo como antes...
Pero para mi sorpresa estoy en un error, quizá el error más grande de mi vida. ¿Qué ha pasado aquí? ¿Dónde están los colores, las felices mariposas y las sonrisas? ¿Y los juguetes? Pero si este era el lugar más hermoso, brillante y apetecible del mundo... Y en cambio ahora parece estar... ¿En ruinas?
Si no está en ruinas está casi en ruinas... Y todo es por mi culpa, por abandonar este admirable lugar. ¿Por qué decidí crecer? Ah sí, por los chicos. Por los chicos y todo lo demás. Todos tenemos que crecer algún día, al menos si quieres tener amigos de tu edad. Pero si nunca me hubiera ido ahora no tendría que ver este lugar, que sufre en silencio y sin molestar a la adolescente que ahora soy... ¿Cómo he podido? Este siempre había sido mi refugio, cuando alguien me dañaba corría hasta aquí. Era mi fortaleza, y hoy que necesitaba su refugio me lo encuentro destrozado... ¿Por qué? Ahora en vez de poder comportarme como una cría tengo que reconstruírlo...

¿Queréis saber más de Everland?
http://ninfapoetica.blogspot.com/

lunes, 13 de julio de 2009

El baúl de mis fracasos.

Al fondo de mi mente, a la derecha, hay una puerta tras la que podemos encontrar unas escaleras. Bajando por ellas llegamos a un sótano oscuro en el cual hay un baúl: el baúl de mis fracasos.
En él están todos los fracasos de mi vida, archivados cronológicamente: desde un pis incontenible una noche en la cama hasta un amor que no se quedó el tiempo esperado.

No suelo visitar el sótano, que como imaginaréis, es un lugar lúgubre, sin a penas ventilación y lleno de polvo y telerañas. Pero hay veces que no me queda otro remedio que bajar y abrir el baúl, que pasa cerrado todo el tiempo que soy capaz de mantenerlo ordenado. Pero ya tiene tantas cosas tan mal colocadas que esta vez no me ha quedado más remedio que abrirlo...
Recuerdo cada fracaso, tanto en forma de película como por una grabación o, simplemente, por fotos. Es bastante duro navegar entre tantos proyectos fallidos, entre tantas ilusiones rotas y decepciones que un día fueron esperanza. Mi mente sufre cada vez que debo recolocar el baúl de mis fracasos, pues, sin quererlo, me veo obligada a someterla a una de las peores torturas existentes.

¿El motivo de esta visita al sótano de mi mente? Mi último fracaso: una historia rota que parece no tener remedio.
Sin embargo me quedaré un tiempo por aquí, intentando rescatar este fracaso para convertirlo en una victoria y poder trasladarlo de habitación.

jueves, 9 de julio de 2009

Mi santuario.

Unos pocos metros cuadrados, cuatro paredes verdes, una ventana y una puerta que da a una terraza. Un armario, una cama, un escritorio, una silla roja con una lámpara a juego, dos mesillas, una silla amarilla, un espejo y muchos pósters tapando mi pared verde. Cajones desordenados, zapatillas y calcetines por el suelo, una mini-cadena, un baúl y un corcho lleno de fotos. Así es mi cuarto, mi santuario.
Es el lugar donde me refugio, ha visto casi todo. Me ha visto llorar, caer, gritar, desgarrarme, arañarme, sostenerme en pie gracias a unas cortinas que han terminado rotas. Me ha visto pegar, romper, agonizar, desesperar. Ha escuchado todas mis conversaciones telefónicas (y lo que no eran conversaciones), ha secado mis lágrimas con la almohada de su cama, ha escondido mi diario, mis cartas, todos mis secretos, ha cuidado de mí en silencio, me ha visto reir y enloquecer. Y con el paso de los años yo le he ido cuidando a él.
He cambiado el color de sus paredes: blancas, amarillas, lilas, magenta, amarillas de nuevo y finalmente, verdes. Por sus paredes han pasado desde muñecas de porcelana y puzzles de Disney hasta pósters de Victoria Francés.
Ha leído todos mis textos y me ha dado cobijo cuando no he querido saber nada del mundo. Ha sido mi casa, sumida en la oscuridad de las persianas bajadas, durante tres días seguidos en los que no quise saber nada del mundo. Me ha escuchado desear acabar con mi vida y sonreír jubilosa por sentirme la más afortunada de las chicas. Siempre ha estado conmigo, y si tuviera que decir de alguien que me conociera realmente bien, hablaría de él, pues lo sabe todo.

Y ahora, una vez más, necesito que me refugie entre su verde, color de la esperanza.

martes, 7 de julio de 2009

Lo que tengo

Tengo su foto en el centro de mi corcho.
Tengo una carpeta llena de dibujos.
Tengo dos diarios, uno acabado y otro a medias.
Tengo otra carpeta llena de textos.
Tengo un cuaderno con los mensajes suyos que borré.
Tengo dos cajas hasta arriba de recuerdos.
Tengo albúmes de fotos.
Tengo una habitación verde.
Tengo muchos pósters en mi habitación verde.
Tengo un piano sin usar.
Tengo un cajón lleno de gorras.
Tengo un armario que renovar.
Tengo un baúl repleto de juguetes.
Tengo otro baúl cargado de disfraces.
Tengo una piscina que solo se abre en verano.
Tengo un gato que duerme conmigo cuando lloro.
Tengo la nostalgia de un amor que se fue.
Tengo el recuerdo de muchas buenas amistades que se fueron.
Tengo buenas amistades contadas.
Tengo un sueño que cumplir.
Tengo una meta que alcanzar.
Tengo que encontrar mi lugar.
Tengo unos ojos azules que hechizan.
Tengo la canción de mi vida.
Tengo los derechos de autor de mi vida.
Tengo una sonrisa que se esconde detrás de la luna.
Tengo muchas desilusiones tras mis pasos.
Tengo todo lo que no tengo.
Tengo un ordenador.
Tengo inspiración los martes a las dos.
Tengo un corazón roto, mal pegado y resquebrajado.
Tengo un reino en obras por reformas.
Tengo mil ideas que no van a ningún sitio.
Tengo tropecientos textos que nunca verán la luz.
Tengo mil palabras para él, y para ti.
Tengo ego por las mañanas.
Tengo carisma al mediodía.
Tengo envidia por las tardes.
Tengo celos por las noches.
Tengo ira de madrugada.
Tengo un reloj que nunca para.
Tengo hambre cuando me faltan tus besos.
Tengo frío en invierno.
Tengo calor en verano.
Tengo hojas secas en mi jardín.
Tengo margaritas sin pétalos en un cajón.
Tengo una colección de flores entre las hojas de los libros.
Tengo muchas historias que contar.
Tengo mil promesas que cumplir.
Tengo mil promesas que no han cumplido.
Tengo un vaso, y otro, y otro, e infinitos vasos llenos de lágrimas.
Tengo muy pocos remordimientos.
Tengo una vida por delante.
Tengo, por lo tanto, un futuro.
Tengo poca fe.
Tengo algo más de esperanza.
Tengo muy mala hostia.
Tengo mucho orgullo.
Tengo miedo, grandes cantidades de miedo.
Tengo ganas de pegar a alguien.
Tengo todo lo que dejo atrás.
Tengo, por lo tanto, un pasado.
Tengo un presente.
Tengo cosas que no sé lo que son.
Tengo un aspirante a amor.
Tengo mis dudas de que llegue a serlo.
Tengo sentimientos enterrados en mi coarzón.
Tengo una mente cansada de pensar.
Tengo unos dedos ansiosos por escribir.
Tengo unas manos que se mueren por tocarte.
Tengo una niña muy curiosa.
Tengo una vida poco fácil, como todas.
Tengo mucho que decir.
Tengo mucho por lo que debería callar.
Tengo ganas de saltar.
Tengo que desaparecer.
Tengo que aprender a escuchar.
Tengo que dejarme aconsejar.
Tengo que quererme un poco más.
Tengo que poner todo mi empeño en que te quedes.
Tengo que saber si quiero que lo hagas.
Tengo que pensar.
Tengo un sentimiento que no sabe lo que siente.
Tengo una niña que juega a ser madura.
Tengo mil contradicciones mezcladas con paradojas incoherentes.
Tengo un libro de poemas.

Pero de todo lo que tengo, mi mayor tesoro, son los bonitos recuerdos.

lunes, 6 de julio de 2009

Todo lo que tuve.

Echo de menos los disfraces.
Echo de menos jugar en la arena.
Echo de menos los bañadores que solo eran braguita.
Echo de menos las clases desenfadadas.
Echo de menos salir con la bici, o los patines.
Echo de menos salir solo hasta el final de la calle.
Echo de menos pasarme horas en la bañera.
Echo de menos los cuentos antes de dormir.
Echo de menos creer en los Reyes Magos y Papá Noel.
Echo de menos las canciones de Disney como algo natural.
Echo de menos los globos que se escapaban de mis manos.
Echo de menos las mañanas de los domingos en la tienda de chuches.
Echo de menos jugar a Fuga.
Echo de menos a la gente del barrio.
Echo de menos los veranos en aquel campamento.
Echo de menos montar en piragua dos veces cada Julio.
Echo de menos aprender palabras sorprendentes.
Echo de menos la sensación de aquel primer 9.
Echo de menos los vestidos repollo.
Echo de menos los calcetines agujereados y los tomates en los calcetines.
Echo de menos jugar a mamás y papás.
Echo de menos los San Valentines dibujando corazones.
Echo de menos dibujar con el punzón.
Echo de menos jugar con la plastilina.
Echo de menos las meriendas en el cole.
Echo de menos jugar al escondite para irnos más tarde.
Echo de menos los “mentirosa” “verdadosa
Echo de menos los “se lo voy a decir a mi mamá”
Echo de menos salir a la pizarra a vigilar.
Echo de menos arreglarlo todo con un “no se vale
Echo de menos encerrarme en casa por no saber perder.
Echo de menos que me dejaran ganar.
Echo de menos los regalices, las gominolas y el pica-pica.
Echo de menos tener ilusión por volver a empezar y aquel anuncio del Corte Inglés.
Echo de menos ir a comprar el uniforme.
Echo de menos los caprichos consentidos.
Echo de menos las lágrimas por nada.
Echo de menos las sonrisas por todo.
Echo de menos los regalos interminables.
Echo de menos que me hagan la vista gorda.
Echo de menos que la culpa sea de la edad.
Echo de menos los dibujos amorfos que siempre recibían un hipócrita “que bonito
Echo de menos los concursos de dibujo, ciencia y literatura.
Echo de menos ser la ganadora y la finalista año tras año.
Echo de menos ir al parque.
Echo de menos tirarme por el tobogán.
Echo de menos jugar con la pala y el rastrillo.
Echo de menos desojar margaritas.
Echo de menos madrugar para ver Las Súper Nenas.
Echo de menos aquel supuesto primer amor.
Echo de menos a la abuela.
Echo de menos decir que Edu era mi novio.
Echo de menos que Edu me siguiera el juego.
Echo de menos que ser orgullosa no importara.
Echo de menos que aquel chico no me dejara en paz.
Echo de menos las clases de música, y de pintura, y de patinaje artístico.
Echo de menos estar en la piscina hasta después de arrugarme más de lo posible.
Echo de menos desear ser mayor.
Echo de menos aquel interminable pasillo.
Echo de menos el miedo al señor Don Juan Ricardo.
Echo de menos reírme de la cuatro pelos.
Echo de menos ir a la zona prohibida.
Echo de menos que nos inventemos cosas de la zona prohibida.
Echo de menos imaginar que soy una mariposa.
Echo de menos idealizar a aquel chico tan mayor.
Echo de menos aquel primer amor supuestamente verdadero.
Echo de menos al verdadero primer amor.
Echo de menos sus besos.
Echo de menos las fiestas de aquel pueblo.
Echo de menos aquella buena amiga que se fue.
Echo de menos aquel primer mini.
Echo de menos aquel concierto en el que le vi, a mi verdadero primer amor.
Echo de menos olvidarme de un supuesto primer amor gracias al verdadero.
Echo de menos superar las dificultades de aquel primer amor verdadero.
Echo de menos a los primos.
Echo de menos ir al pueblo cada Navidad.
Echo de menos las facturas de teléfono inhumanas.
Echo de menos los mensajes ñoños.
Echo de menos las discusiones provocadas.
Echo de menos poder ser celosa.
Echo de menos no tener que controlar mis impulsos.
Echo de menos los “te echo de menos
Echo de menos oír un te quiero.
Echo de menos poder decir te quiero.
Echo de menos no tener miedo.
Echo de menos actuar sin pensar.
Echo de menos no pensar.
Echo de menos soñar con llegar a Hollywood.
Echo de menos la inocencia.
Echo de menos los textos depresivos que dejó su adiós.
Echo de menos maldecirle.
Echo de menos metirme diciendo "le odio"
Echo de menos gritarle "te odio"
Echo de menos decir "lo siento, lo siento, lo siento"
Echo de menos la angustia de un móvil apagago.
Echo de menos sentir que lo he superado, que no me importa.
Echo de menos nuestra esquina.
Echo de menos aquel que pareció remplazar su lugar.
Echo de menos portarme mal para que me dejara.
Echo de menos decir “que te juro que este es diferente
Echo de menos los interminables “te lo dije
Echo de menos caerme y que me levanten.
Echo de menos sus besos.
Echo de menos echar de menos sus besos.
Echo de menos ir al colegio sin dormir.
Echo de menos ser lo que fui.
Echo de menos la nostalgia.
Echo de menos la felicidad.
Echo de menos la magia.
Echo de menos los piropos que buscaban conseguir algo.
Echo de menos pensar que no iban con segundas intenciones.
Echo de menos mandarle a la mierda mil veces.
Echo de menos que me pidiera perdón mil veces.
Echo de menos a todos los chicos que han pasado por mi vida.
Echo de menos a todos los que estaban y se han ido.
Echo de menos como era(s) al principio.
Echo de menos las palabras llenas de ilusiones.
Echo de menos creerme las promesas.
Echo de menos creer(me) que te quedarás.
Echo de menos ponerme roja con tus piropos.
Echo de menos las maldades aposta.
Echo de menos los patios marginada por su culpa.
Echo de menos flotar en una nube rosa.
Echo de menos poder escuchar la que fue nuestra canción.
Echo de menos las largas conversaciones.
Echo de menos las ñoñerías que decías.
Echo de menos irme con una sonrisa a la cama.
Echo de menos levantarme con una sonrisa.
Echo de menos creer que es cierto, que eres diferente.
Echo de menos que pongas de tu parte.
Echo de menos que me hagas sentir especial.
Echo de menos meterme con la gente.
Echo de menos a las TCG.
Echo de menos al Nuevo Centro, y toda su gente.
Echo de menos sentir que te importo.

Echo de menos tantas cosas que podría decir que, a veces, estoy vacía.