miércoles, 26 de agosto de 2009

Jota el innombrable.

De Jota podría pasarme horas y horas hablando, pero lo tengo prohibido. Prohibido hablar de Jota, prohibido pensar en Jota, prohibido ver las fotos de Jota, prohibido releer los mensajes de Jota, prohibido contar el tiempo que llevo sin Jota, prohibido llamar a Jota, prohibido recordar a Jota y, sobre todo, prohibido querer a Jota.
Supongo que a estas alturas ya sabréis quién es Jota. Aquellos que hayáis pensado que Jota es mi ex, habéis acertado. Por eso está prohibido al 100%. Mis amigos, que dicen que me hace daño, pero es porque no entienden nada. Dicen que Jota es lo vulgarmente cnocido como cabrón, pero yo sé que no es verdad, porqueyo le conozco casi mejor que nadie.
Jota es de pueblo: basto y maleducado. Además es muy vago, nunca le ha gustado estudiar, y en cuanto pudo lo dejó. Sus únicas aspiraciones en la vida son matar/pegar nazis y follar. Es que Jota es punk, o al menos lo era, ahora se hace llamar Red Skin. Y lo de follar es porque es hombre, ¿qué se puede esperar? Hace mucho prometió que yo sería la primera, pero sé bien que esa promesa la rompió hace ya mucho.
Vale, reconozco que desde ese punto de vista Jota no es el mejor novio del mundo, ni siquiera algo parecido. Jota va de tío duro, a veces hasta lo consigue, pero en el fondo es un blando. Puedo apuntarme el tanto de haber hecho llorar a un punk. Difícil, ¿eh? Él es buena persona, siempre intentó hacerme feliz y sacarme las mejores sonrisas, siempre estuvo ahí para mí como punto de apoyo y renunció a mucho por mí. Porque la mejor parte de Jota es cuando se pone cariñoso, protector y hasta celoso. Jota celoso es de las cosas que más me gustan en este mundo. Y después de más de un año sin ser nada sigue poniéndose celoso cuando le hablo de otros chicos. Porque Jota fue mi primer beso y mi primer novio, pero no fue el último (aunque al principio me juré que lo sería). Era mi casi perfecto príncipe azul.
Pero si Jota quiere hacer daño, Jota puede dejarte al borde de la muerte. Yo he sido testigo de sus maldades y he sentido en carnes la crueldad de sus actos. Jota lo fue todo para mí, y cuando se marhó yo ya no quería ni vivir. No acabamos bien. La cuerda se tensó demasiado. Demasiado y de forma exagerada. Aunque él no quería hacerme tanto daño, dijo lo que me dijo porque sabía que era la única forma de que yo aceptara que nuestra historia había acabado. Porque Jota es muy cabezota, pero yo más. Se me metió en la cabeza que fuésemos novios a pesar de la distancia, y lo fuimos. Se me metió en la cabeza que no íbamos a acabar y tuvo que obligarme a aceptarlo. Sino nunca habría dicho aquello, porque me quería.
Lo cierto es que nadie nos quería juntos, pero Jota quiso quedarse conmigo. Al menos temporalmente. Aunque Jota solía decir que no iba a dejarme nunca porque yo era la mejor novia que ningún chico podía tener. Solía decirme que tenía el corazón tan grande que no me cabía en el pecho. Supongo que no fui tan buena novia si me dejó, pero lo decía todos los días. Le creí. Me creí todas y cada una de las palabras que dijo. Me vi de vieja con él. Juntos para siempre, ¿era eso, no? Era. Pero a pesar de todo, Jota y yo podemos hablar de vez en cuando. Muy de vez en cuando.
Siempre me pregunta si llevaba razón cuando me decía que a los dieciséis años iba a estar muy buena y dice que le sigo pareciendo la chica más guapa que ha conocico en su vida. En realidad Jota quiere follarme, y me lo dice. Pero para eso tiene que venir a Madrid. Lo cierto es que si viniera, para qué mentirnos, yo no me negaría. Después de todo... es Jota. Y tiene su morbo, ¿no? Si el aquítepilloaquítemato mola de por sí, tratándose de un ex, más aún. Pero eso no cambiaría nada.
No camiaría nada porque yo no volvería con Jota. Si salió mal una vez, lo saldría dos y tres. Y el pasado siempre ha sido, es y será pasado. Y ademas, ya no le quiero de esa forma, a pesar de que le amé más que a nadie en este mundo.
Me dicen que Jota nunca ha sido tan feliz como cuando estuvo conmigo, y que cuando habla de mí sonríe mientras dice que he sido, soy y seré la mejor novia que cualquier chico puede pedir. A mí me duele saber eso... Pero Jota fue feliz conmigo, y yo con él fui más feliz de lo que he sido nunca; al menos por ahora.
De tdas formas, Jota ha cambiado mucho: ahora es más violento y más borde. Cuando se pone borde conmigo me hace llorar. Tiene la poderosa capacidad de hacerme llorar hasta con el tono de voz. Por eso está prohibido. Pero es irremplazable.
Guardo muchos recuerdos bonitos suyos, pero mi favorito es cuando borrachos perdidos dijimos que queríamos estar juntos el día en que el sol se apague. No cualquier persona se dice eso la segunda noche que pasan juntos.
¿Que si quiero a Jota? Sí, le quiero.

sábado, 22 de agosto de 2009

Bedobleuve el jugador.

Bedobleuve es un chico independiente, libre como un pájaro: un día está con unos, otro día con otros, y a la semana siguiente con alguien nuevo. Todo el mundo quiere a Bedobleuve, porque es muy sociable y es absoutamente imposible no reírse con él. Además es un tipo legal, Bedobleuve siempre defiende a todo el mundo cuando alguien se pasa de la raya, pero a la vez deja que esa persona se desnvuelva sola porque sabe que sino nunca va a valerse por sí misma. Bedobleuve es muy peculiar, un chico como no he visto a ningún otro.
Siempre verás a Bedobleuve rodeado de buen rollo y fiesta; dónde hay cachondeo está siempre Bedobleuve. Y ahí entra el inconvenienten que tiene el gran Bedobleuve: no sabe hablar en serio. Con Bedobleuve puedes pasártelo mejor que con ninguna otra persona que conozcas, pero como quieras tener alguna conversación seria puedes morir en el intento. A veces Bedobleuve y yo nos hemos enfadado, o más bien yo con él. Porque Bedobleuve tiene un concepto extraño de la amistad, el lo sabe todo sobre todo el mundo, pero nadie sabe nada de él: su vida es un completo misterio. A mí a veces me saca de quicio, porque es como si no confiara en la persona que siempre ha estado a su lado; pero Bedobleuve es así, no puede pedírsele más. Al final te acostumbras a que sea así. Pero es imposible acostumbrarse a que no sepa mantener una conversación seria, o a que se meta en conversaciones que no le incumben.
Y a pesar de todo Bedobleuve es uno de los mejores amigos que se pueden tener en este mundo. Bedobleuve no hace preguntas cuando rompes a llorar sin ningún motivo aparente, él se limita a abrazarte en silencio hasta que te relajas, y entonces pregunta. Y si no quieres hablar, Bedobleuve no insiste. Los abrazos de Bedobleuve son como un tesoro, porque si vas y le dices "dame un abrazo" no te lo da, no va por el mundo repartiendo su cariño, él lo entrega cuando sabe que realmente se necesita. Sus abrazos son los que más me llenan, porque vienen en el momento en el que más los necesito.
Además Bedobleuve ha estado a mi lado en el momento más duro de mi vida, y nunca olvidaré aquel día, cuando todos prefirieron divertirse y hacer caso omiso a mi estado mientras que él renunció a aquel entretenimiento por abrazarme y secarme las lágrimas. Eso es algo que nunca le terminaré de agradecer, un favor que aún le debo; fue mi único apoyo.
Aunque Bedobleuve es muy ambiguo: cuando le pides ayuda se pone en plan filosófico, y en realidad no te dice nada, pero te hace creer que está diciendo algo para que tú le des vueltas y llegues a la conclusión que tienes que llegar sin que él te haya nada nuevo. A mí me cuesta mucho entenderle. Es como Rafiki el del Rey León con su "mirah más alláh de lo que vesh" y al final cada uno ve lo que quiere ver; pues lo mismo, pero en plan Bedobleuve. Aunque hay un consejo que me ha servido mucho más que ningún otro juego de palabras que me haya dicho en los cuatro años que le conozco: si te rayas, intenta no pensar en un oso blanco. Realmente funciona. Se toma la vida como si fuera un juego que, aunque sea duro, nos terminará por enganchar y adoraremos jugar.
Y así es Bedobleuve, alguien tan sumamente guay que se hace llamar a sí mismo Dios. Y no exagero, es que Bedobleuve tiene una autoestima muy alta y no lo oculta, en su diccionario la palabra modestia no existe. Pero yo le quiero mucho. Mucho mucho.
Bedobleuve es irremplazable.

P.D.: Bedobleuve busca novia =)

viernes, 14 de agosto de 2009

Miedo número dos: el más profundo.

Hay algo que me da miedo por encima de todas las cosas. Es más que miedo, me aterroriza, me impide dormir y hace que me cueste respirar. Además es un miedo que no puedo quitarme, nadie puede, porque es un miedo a largo plazo. Es como el que vive con miedo a morirse, pero con incertidumbre, porque morirnos nos vamos a morir todo; en cambio este miedo es relativo... Varía según la persona, su vida y el destino que le toca. Además creo que es un miedo más común, un miedo que tiene mucha gente pero todos se callan.
Hablo de la soledad. Pero no una soledad cualquiera, sino de llegar a los cuarenta y estar sola; completamente sola. Ver como todos mis amigos de ahora tienen su vida hecha y yo no me haga casado ni tenga hijos. Me da verdadero pavor. Porque, pensadlo: nuestra educación se basa en encontrar a alguien con quien compartir una vida, discutir de dinero, comprar hipotecas, buscar el sofá perfecto para el salón, repartir las tareas domésticas, gritar porque se ha dejado la tapa del váter levantada, pensar un nombre para la niña, o para el niño, mirar catálogos con lugares de vacaciones, pensar en un coche, el color del coche y de las paredes de la casa y debatir sobre si lo que dicen en las noticias tiene alguna lógica o es una mera manipulación para que creamos que todo está perfecto. Pero ¿y si yo nunca encuentro a ese alguien?
Si nuestra educación, ya de por sí, está enfocada al amor, mi vida está pensada por y para ese sentimiendo que le da motivos a mi existencia. Desde que tengo uso de razón llevo imaginándome como será el gran día en que luzca un vestido de blanco y pronuncie el "sí, quiero" con mi novio y futuro marido al lado. Pero ¿y si ese día no llega nunca? Quizá sea un miedo estúpido, ¿quién no encuentra nunca a nadie?
Puede que yo. Todo hombre que ha pasado por mi vida ha terminado diciéndome que soy muy complicada de tratar, que nunca saben lo que quiero. Yo es algo que no me explico, soy más obvia que un libro abierto, pero todos dicen que soy complicada de tratar. Lo cierto es que yo por alguien a quien quiera puedo darlo absolutamente todo, como si me pide un viaje a la luna, que no se como pero sería capaz de conseguir el dinero para que él la visitara; y no me importa. No me importa el sacrificio por demostrar a alguien lo que siento, y tampoco pido mucho a cambio. Hacerme sonreír es bien fácil, y más para un chico al que yo quiera. Pero al parecer soy difícil de tratar. En realidad creo que el problema no es ese.
No soy difícil de tratar, soy difícil de aguantar. Es verdad, a poca gente le gusta mi forma de ser, y a los que les gusta quizá les parezca cargante. Yo no podría ni ser amiga mía. Y si ni yo me soporto ¿cómo va a soportarme otro alguien? Entonces estaré condenada a la soledad... Una condena que no seré capaz de aguantar...
Y por eso cada día de mi vida voy buscando algo que me diga "eh, ahí fuera hay gente que te quiere y algún día aparecerá ese hombre que tanto buscas". Quizá me preocupe demasiado por el futuro, después de todo solo tengo dieciséis años, pero yo no sé vivir sola. Necesito un punto de apoyo, alguien que me de fuerzas...

martes, 11 de agosto de 2009

El vecino Eguardo.

Eguardo (Edu, para el resto del mundo) es uno de mis más antiguos conocidos y una de las personas que más aprecio en este mundo; un chico realmente especial. Me conoce desde que nací, yo solo tengo recuerdos suyos desde los tres años, cuando me subía en su monopatín y me empujaba calle abajo. Su nombre, como imaginaréis, es una mala pronunciación de Eduardo, y aunque se pasó tardes enteras haciéndome repetir Eduardo yo era incapaz de decirlo, y en cambio Edu lo decía sin ningún problema. Eguardo es un chico muy paciente, me ha aguantado durante más de diez años y nunca se ha enfadado conmigo; a pesar de que yo era una niña muy testaruda. Pero Eguardo siempre se llevaba la parte más especial de mi cariño...
Sí, porque yo decía que Eguardo era mi novio y que cuando fuéramos mayores nos casaríamos, y Eguardo me seguía el juego. Hasta que un día Eguardo se hizo mayor para corroborar mi broma y apareció con una chica en casa; una chica realmente guapa. Claro, solo una chica realmente guapa podría ser la pareja de mi Eguardo; quién de pronto dejó de ser mío. Fue un palo, pero lo cierto es que algo dentro de mí sabía que aquello era solo un juego de niños. He visto a Eguardo con muchas chicas, y creo que aún no ha encontrado su pareja perfecta. La niña que vive dentro de mí se alegra, porque además siempre que veo a Eguardo me saluda con un abrazo y un cariñoso "Laurii ¡que guapa estás!". Debí haber nacido antes, y entonces Eguardo sería mi novio y yo la chica adecuada para él. Eguardo es muy guapo, pero shhh, es un secreto.
Recuerdo que pasaba tardes enteras con él, y a veces hasta dormíamos juntos. Aunque Eguardo tiene una hermana, pero yo siempre me llevé mejor con él. Al menos antes, ahora los dos son personas imprescindibles en mi vida. ¿Por dónde iba? Ah sí, las noches con Eguardo: dormíamos él, yo y Monstruito. Monstruito era un peluche que tenía Eguardo, rojo, negro y azul, que a mí me encantaba. ¡A veces lo usaba para darme sustos! Pero siempre acabábamos riéndonos. En verano le echaba mucho de menos, porque se iba el verano entero a Galicia, mientras que yo allí solo pasaba un par de semanas, y no siempre en el mismo sitio que él. Un año me trajo una preciosa cajita redonda, rosa, y con agua, purpurina y figuritas en la tapita. De echo, es la cajita rosa que encabeza este blog. Yo me puse muy contenta, esa cajita es uno de mis mayores tesoros.
Realmente echo de menos a Eguardo, porque entre que él ya es un adulto casi independiente y me cambié de casa a penas le veo... Pero yo siempre, siempre, siempre voy a quererle como uno de los chicos más geniales que he conocido. Después de todo me conoce desde hace 16 años.
Siempre será mi Eguardo.

lunes, 10 de agosto de 2009

Miedo número uno.

Todas las personas de este planeta tienen miedo a algo, porque el miedo es algo natural; algunas tendrán más miedos y otras menos, pero a todos nos aterra algo. Y no hablo solo de miedos materiales, como las arañas, la oscuridad o los zombis, hablo de los miedos abstractos.
Yo soy una persona muy asustadiza y bastante insegura, por lo que estoy llena de miedos. Y hay algo que me da mucho miedo; no es lo que más miedo me da, pero sí lo segundo a lo que más temo. ¿Tenéis curiosidad por saber de qué miedo hablo? No es un miedo muy común, la verdad.
Hablo de que me quieran. A ver, no empecéis a sacar vuestras propias conclusiones, a todo el mundo le gusta que le quieran porque así nos sentimos... especiales, por llamarlo de alguna forma. Pero a mí me da mucho miedo que un chico se enamore de mí y yo no pueda corresponderle... Pensaréis que es un miedo absurdo, que no todos los amores pueden ser correspondidos, pero es que yo me pongo en el lugar de los demás y pienso cómo debe dolerles quererme y saber que yo no siento lo mismo. Supongo que por eso me cuesta tando decirle que no a un chico y me paso horas y horas buscando la forma menos dolorosa de hacerlo, lo cual es frustrante porque lo digas como lo digas vas a hacer daño. Y también supongo que por eso me he distanciado de muchos chicos que eran importantes en mi vida, porque he visto que ellos no iban por el camino que yo quería seguir y para que no siguieran sintiendo nada me he apartado. A veces incluso he llegado a ser borde con un chico que fuera un sol para que se olvidara de mí, y creo que esa tampoco es la manera porque quizá así también duela. A veces soy injusta y me odio a mí misma, porque sé que en otras circunstancias, de otra forma, en otro sitio, antes o después podría querer a ese chico y ni siquiera le doy una oportunidad (cuando me gustaría que es lo que hicieran conmigo, darme al menos una oportunidad... aunque en el amor las cosas no funcionan así); y también me odio a mí misma por hacer las cosas mal aposta solo para que ellos dejen de ir detrás de mí...
Algunos dicen que soy borde, otros que soy difícil de tratar y la mayoría que no hay quien me entienda, pero en realidad lo que pasa es que no me gusta ver sufrir a la gente, y mucho menos si es por mi culpa...
Un miedo curioso, ¿verdad?
Seguid atentos, que el próximo día hablaré de mi miedo más profundo.

jueves, 6 de agosto de 2009

El apacible Yimay.

Yimay sí que me desconcierta. Se toma la vida de forma tan tranquila que a veces parece un oriental; nada le altera, nada le estresa, nada le preocupa y deja que todo fluya. Y no es que lo haga con una sola cosa, no; él lo extrapola a todos los campos de la vida. La verdad es que le admiro, le admiro mucho.
Le admiro porque Yimay es de las personas más empáticas y pacientes que he conocido en mi vida; no le importa tener que repetirte una y otra vez la misma frase para que te des cuenta de que lo que estás haciendo no es lo mejor, podría pasarse horas y horas explicándote lo mismo solo para que lo entendiéras y siempre está disponible para lo que sea. Yimay siempre da su opinión, te explica su forma de ver las cosas y luego deja que tú elijas lo que te parece que debas elegir, sin que él intente persuadirte de que su idea es mejor que la tuya.
Además Yimay es muy filosófico y metafórico: todo lo que puede lo explica con metáforas, y no metáforas cualquiera, metáforas de las buenas. Yimay siempre está rodeado de gente, y creo que por ser como es nunca le va a faltar un amigo (o una amiga en mi caso) en el que apoyarse.
También es muy temperamental, poco impulsivo y sus acciones siempre son premeditadas, para estar completamente seguro de que el paso que da es el correcto. Al pensar tanto las cosas, cuando las hace ya no le producen ningún daño, porque ha barajado en su mente todas las opciones y se ha prepararo tanto para lo peor como para lo mejor. Creo que eso es una gran ventaja, aunque a veces Yimay desearía sentir un poco más. Pero yo le envidio.
Envidio su gran fortaleza que nadie puede destruir, envidio la determinación con la que lo hace todo y sobre todo envidio la confianza que tiene en sí mismo. Pero Yimay nunca admitirá ser tan bueno, no es ese tipo de chico poco humilde y creído.
El corazón de Yimay está a medio ocupar, pues hay una chica que lleva algún tiempo intentando entrar y ya está con un pie dentro. Al principio Yimay no sé quería dejar engatusar, había de por medio un amigo y no estaba dispuesto a traicionarle por una chica que no se va a quedar mucho tiempo a su lado (Yimay no cree en el amor eterno). Pero Yimay está empezando a caer... Aunque no sé, otra cosa que me gusta de Yimay es que no le da tanta importancia al amor romántico como al amor entre amigos. Eso mola, porque si a Yimay no le sale algo bien con una chica se la refanfinfla (como dice él).
Yimay es uno de los mejores amigos que te puedas encontrar.

miércoles, 5 de agosto de 2009

El despreocupado Eme.

Eme tampoco es un adolescente normal y corriente, de los que tienen en la cabeza tetas y solo tetas; Eme tiene cosas como pizza, hamburguesa y perritos calientes rondándole siempre por la cabeza. Su frase favorita cuando salimos todos juntos suele ser "¿vamos a cenar? no es por ser gorrón, es que es algo importante." No, Eme no es un gorrón, pero si tocamos a dos trozos y medio de pizza él se come cuatro. ¿Y sabéis lo más curioso? Eme come, come y come, pero nunca engorda. Supongo que será por eso del metabolismo, Eme ha tenido suerte en eso.
Eme me intriga mucho, o más que él, su forma de ver la vida. Eme es despreocupado, desgarbado, relajado y le quita importancia a todo. Es de esos chicos que siempre tienen una gracia que soltar, lo cual a veces me desquicia... Pero solo a veces, porque por lo general consigue que sonría hasta cuando estoy al borde de caer en el abismo. Eme es muy gracioso. Pero hay algo que me intriga muchísimo de él...
...de todos mis amigos pertenecientes al género masculino, Eme es el único que no me habla de mujeres, ni desde el punto de vista físico ni desde el psicológico. A ver, no me malinterpretéis, sé que Eme es heterosexual, pero no anda por ahí buscando una princesa a la que rescatar, y tampoco espera que la princesa aparezca. No sé, Eme nunca ha llegado y me ha dicho "he conocido una chica guapísima que..." ni me ha pedido ayuda para conquistar el corazón de ninguna otra. Le he visto rechazar a una chica, pero nunca le he visto sufrir por el rechazo ni arrinconarse en su cuarto preguntándose por qué sigue soltero cuando en el grupo la mayoría tienen pareja... (Sí, digo tienen porque mi humano favorito entre mis preferidos no se decide a pedirme salir... pero ya os hablaré de él otro día).
Con Eme suelo hablar de cosas superfluas, decir tonterias, jugar a aumentarnos las visitas del perfil, tener tres conversaciones simultáneas hablando de distintas cosas, ponernos nombres mega secretos que solo él y yo conocemos para una misión súper secreta para que al final uno de los dos se vaya de la lengua y el otro pueda echarle la bronca, y sobre todo, soy la Lolita Caliente de su Rordillo. No intentéis entenderlo, ni si quiera yo entiendo por qué dejo que me evada tanto de la realidad como para ponerme a hacer el gilimemo me esta forma, pero el caso es que es divertido. Hablar con Eme es como volver a ser una niña...
...excepto cuando recurro a él para pedirle consejo. El pobre se pierde un poco, nunca sabe muy bien como ayudar y a veces parece que hablemos idiomas diferentes, pero no importa. Ni importa ni importará nunca, porque Eme es otro gran amigo.

martes, 4 de agosto de 2009

El pequeño Yei.

Yei es un niño peculiar, de los que nunca han jugado al "yo nunca" con una botella de licor de melocotón; pero tampoco es un juego que le intrigue demasiado. Yei no bebe, no fuma y no hace cosas típicas de adolescentes típicos como pueda ser ir robando besos a las chicas guapas de corta minifalda. Yei es un chico maduro; o al menos finge serlo. Lee, hace deporte, estudia y siempre busca ser el mejor en todo. El pobre Yei no se da cuenta de que lo importante es disfrutar con lo que se hace, y no tener ese afán por superar a los demás que, a veces, excluye a ciertas personas por no ser tan buenas como él en un juego de equipo. Es testarudo, y cuando se enfada da verdadero miedo.
Yei se enfada mucho conmigo. Dice que soy cabezota, orgullosa, enfadica, egoísta, borde y bipolar, pero eso es porque no se ha visto al espejo. La verdad es que Yei y yo somos muy parecidos; aunque con una pequeña gran diferencia: él es de derechas y yo todo lo contrario.
Yei y yo nos peleamos porque a Yei no le gusta la gente, considera que son todos clones unos de otros y que solo piensan en ellos mismos, pero yo no estoy de acuerdo. Por más que intento hacerle ver que ellos solo buscan que todos lo pasemos bien juntos, él se empeña en decir que siempre hay que pasarlo bien a su manera. Quizá sea cierto, pero ellos no lo hacen con mala intención...
Aunque yo creo que a Yei lo que le pasa es que se siente solo, pero no solo de no tener amigos, sino que le falta una compañera de viaje. Yei está enamorado de unos ojos verdes y una melena rizada, pero ella le quiere como amigo. Yei nunca se rinde, no le da miedo llorar delante de la gente y entre batalla y batalla perdida a tenido otros pequeños amores, aunque la mayoría han fallado. A Yei le encanta piropearme, creo que es porque a vees se acuerda de que yo fui uno de esos amores intermedios no conseguidos.
L- Vamos a ver amanecer...
Y- Que bonito.
L- No es bonito.
Y- ¿Por qué?
L- Porque voy a ver amanecer sola, tirada en la cama de mi cuarto y hablando por teléfono.
Y- No estás sola, me tienes a mí.
L- No hablaba de ese tipo de soledad...
Y- Lo sé... Es solo que... Por una vez pensé que podías ser tú esa chica que diera un puñetazo en la mesa y luchara por mí... No sé.
Cuando se pone así, intento ignorarle, no me gusta hacer daño a Yei; pero es tan insistente...
Y- Podría haber salido bien.
L- No, habría salido mal.
Y- Si no lo intentamos nunca lo sabremos.
L- Es absurdo intentar algo que sabes que va a salir mal.
Y- ¿Por qué? Yo te abrazaría cuando tuvieras frío y te miraría mientras duermes...
Sí, lo cierto es que yo daría cualquier cosa porque mi humano favorito de entre mis preferidos me dijera esas palabras, o algunas parecidas, para tirarme en sus brazos y besarle como jamás nadie en la vida le ha besado; pero cuando lo dice Yei la cosa cambia, y a veces me duele hasta a mí verle solo como un amigo.
L- Somos demasiado distintos...
Y- En realidad no.
L- ¡Eres de derechas!
Y- Así que todo se resume a eso...
L- Sabes que no, sabes que nos pasamos el día discutiendo, que haces que me ponga histérica y tú me gritas, y yo odio que me grites.
Y- Pero también soy capaz de hacerte sonreír...
Llegados a este punto me niego a seguir con el tema, me duele hacerle daño a Yei sabiendo que siendo de otra forma sí que podría estar con él, pero por algún extraño motivo soy incapaz de verle con esos ojos... No elegimos de quien nos enamoramos, pero eso a Yei le cuesta entenderlo; como ya he dicho es muy testarudo. Aún así...
Yei es un tipo guay, pero es demasiado exigente y creo que por eso aún ha encontrado su lugar ni su compañera de viaje, pero Yei es joven y le queda mucho camino por recorrer y muchas partidas a las que jugar para intentar conquistar a la chica de ojos verdes y melena rizada.
Es un gran amigo.

domingo, 2 de agosto de 2009

Mi colección de promesas por cumplir

(Las que hice y las que me hicieron.)

Aquellas promesas de fin de año...
Prometo que este año me voy a esforzar más. (como siempre)
Prometo que este año voy a ser mejor persona.
Prometo que este año me busco novio serio. (otra cosa es encontrarlo...)
Prometo que este año no me voy a pelear con mis padres.
Prometo que este año no voy a llorar por ningún hombre. (¡Que te lo has creído!)
Prometo que este año no me voy a enamorar. (¿No enamorarme? imposible)

Aquellas que te hice...
Te prometo que no me van a besar otros labios que no sean los tuyos. (era inevitable)
Te prometo que pase lo que pase siempre te voy a amar. (lo dije en serio)
Te prometo que siempre te voy a esperar. (JÁ)
Te prometo que voy a ser feliz.
Te prometo que no te vuelvo a llamar. (si pudiera...)
Te prometo que siempre vas a ser el primero. (eso está por ver)

Aquellas que me hice...
Prometo que no voy a volver a mirar su foto. (si pudiera...)
Prometo que no voy a releer mi diario.
Prometo que no vuelvo a preguntar por él.
Prometo que no me voy a dejar engañar.
Prometo que esta vez va en serio.
Prometo que para el próximo examen estudio. (como para todos)
Prometo que de este finde no pasa.
Prometo que ningún tío volverá a hacerme daño. (fe es lo que yo tengo)
Prometo que no vuelvo a creerme una promesa. (bueno, al fin dices algo con sentido)
Prometo que no vuelvo a prometer nada. (¿todo lo anterior que son?)

Aquellas que les hice...
Te prometo que no me gusta. (me gusta mucho)
Te prometo que solo me gusta. (me encanta)
Te prometo que no le quiero. (con locura)
Te prometo que le quiero pero poco. (estoy a punto de enamorarme)
Te prometo que este es diferente. (eso me gustaría a mí)
Te prometo que no es amor de verdad.
Te prometo que ya no pienso en él. (¡mentira cochina!)
Te prometo que no lo voy a hacer más.

Aquellas que me hiciste...
Prometiste no dejarme nunca. (te creí)
Prometiste amarme siempre. (te creí)
Prometiste que era lo que tú más querías. (te creí)
Prometiste que sin mí te morías. (te creí)
Prometiste llegar conmigo a la tumba. (te creí)
Prometiste cuidarme por encima de todo. (te creí)
Prometiste no dejar que nada me hiciera daño. (te creí)
Prometiste que vendrías a por mí. (te creí)
Prometiste que me llevarías lejos... (te creí)
Prometiste acordarte de mí siempre. (te creí)

Aquellas que me hicieron...
Prometieron dejarme perforarme el labio. (ilusa)
Prometieron dejarme teñirme de colores. (ilusa)
Prometieron un viaje a París.
Prometieron ser mis amigos siempre.
Prometió estar siempre a mi lado.
Prometió que no se rompería nunca.
Prometieron dibujar mis sonrisas.
Prometieron no dejarme caer.

Y todas las que, definitivamente, rompí, rompiste, rompió y rompieron.
Prometo que no le vuelvo a llamar.
Prometo no volver a mirar su foto.
Prometo no volver a hacerlo.
Prometo que no vuelvo a llorar por un hombre.
Prometo que no vuelvo a querer a nadie.
Prometo ser feliz.
Prometiste no dejarme nunca.
Prometiste que estaríamos juntos para siempre.
Prometiste llevarme lejos.
Prometiste volver.
Prometió quererme.
Prometió quedarse.
Prometió no fallarme.
Prometieron no dejarme caer de nuevo.
Prometieron obligarme a no hacerlo.
Prometieron estar siempre.