sábado, 28 de noviembre de 2009

Eme, de MEJOR amigo.

Os voy a contar la historia de Eme desde el principio, la historia de un desconocido que ha pasado a serlo todo para mi.
Le conocí un ocho de marzo, comiendo montaditos de los 100 montaditos en la calle mientras el resto de nuestros amigos se peleaban entre ellos y con el dueño de los 100 montaditos. No fue nada del otro mundo, nos aliamos y nos repartimos los montaditos para salir del paso y luego ya, si eso, preguntar como iba la cosa. A raíz de eso empezamos a hablar, a decir todo tipo de chistes malos y tonterías, comentarios al respecto y, un poco más tarde, le pregunté qué había pasado con una chica y él; nada del otro mundo.
Poco a poco todas esas tonterías y unos cuantos "oye, ¿te he contado que...?" seguidos de otros cuantos "hala ¿si? ¡qué fuerte!" se han convertido en la base de una amistad llena de miles de millones de sonrisas, de tardes enteras sin estudiar, aún sabiendo que había un examen al día siguiente y sin decir nada pero sin querer colgar, de repetidos dolores de estómago por exceso de risas, de innumerables secretos e infinitos buenos momentos. Una amistad que no cambiaría por nada del mundo.
¿Sabéis por qué? Porque ni todas las maravillas y riquezas de este mundo podrían llenarme tanto como su cara de sorpresa al bajar por las escaleras de mi casa y encontrarse a todos cantándole el cumpleaños feliz. Porque son los pequeños detalles los que hacen grandes las cosas, y Eme está lleno de pequeños detalles, por eso es tan grande, tan esencial. Y en realidad no hace tanto que le conozco, unos cuantos meses; lo cual no cambia que sin él en mi vida habría un gran vacío que nadie más podría llenar. Eme es de las pocas personas por las cuales pondría la mano en el fuego a ciegas, sin preguntar el motivo.
No es que me haya dado cuenta de todo esto ahora mismo, en éste preciso momento y a estas horas de la noche, no. Es que de repente tengo la impetuosa necesidad de contaros por qué Eme es tan importante para mí; tengo la irrevocable necesidad de dejar por escrito que, irremediablemente, dejaría de respirar ahora mismo si Eme me dijera que ya no hay amistad que valga.
Cuando conocí a Eme no me imaginé, ni por asomo, que se convertiría en mi MEJOR amigo, en una parte tan necesaria para mi existencia. Sólo quería que lo supieráis. Sólo quería decirlo que si hay un Eme en vuestra vida le apreciéis, porque os aseguro que no hay dos iguales.

Y no digo nada más, porque sería insuficiente; como todo lo anterior.

viernes, 13 de noviembre de 2009

La profe de lengua y sus cosas.

Hace dos años tuve una profe de lengua muy peculiar, de esas profes que nunca esperas echar de menos; pero luego siempre te equivocas...
Sí, porque ella era la típica que se ponía muy nerviosa con nada. Sinceramente, sería cosa de la edad, porque la mujer ya estaba mayor. Pero ella quería seguir en la docencia, era lo que la gustaba y lo único que la quedaba de su marido... Porque su marido fue director de mi antiguo cole, era su sueño, el que empezaron juntos y ella no lo quiso abandonar. Aunque al final tuvo que hacerlo, claro.
Así que era una profe de esas que usan expresiones raras, de las que no usa nadie, tales como "dejad de hacer sonidos de ultratumba", "como un elefante por una cacharrería" o "este acueducto aprovechad para estudiar". Estaba un poco loca. Además era muy inocente, así que todos la vacilaban fácilmente. A veces pienso que era consciente, pero que se dejaba... Y era fácil entretenerla en clase, aunque luego nos dejaba sin patio por haberla distraído.
Yo, sinceramente, no la soportaba. Me ponía muy nerviosa su aguda voz, su cabezonería (quizá es porque yo también la tengo), su imparcialidad... Aunque ella a mí me tenía mucho amor. Me llenaba a positivos, y nunca saqué menos de un 8'75 en un examen suyo. A veces me llevaba mal con ella. Otras veces hasta podíamos hablar. Pero lo que nunca me imaginé es que dos años después me fuera a acordar de ella y preguntarme cómo la irá todo.
En realidad era buena gente, con buenas intenciones y nada de maldad. Y con ella aprendí más de lo que me imaginaba. Sobre todo expresiones de la España profunda y que alguno que otro de mi exclase tiene algún trauma infantil oculto.
Y no sé, molaba.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Lo que soy.

Soy un sueño inacabado un sábado a las nueve de la mañana.
Soy una hoja de otoño que se niega a caer hasta que llega el invierno.
Soy los ojos azules más deslumbrantes de la zona.
Soy unas mejillas sonrojadas cuando él está presente.
Soy una sonrisa cálida 353 días al año.
Soy una mirada triste los días nueve de cada mes.
Soy un recuerdo imborrable por cada dieciocho.
Soy una muñeca de porcelana con sentimientos.
Soy una despedida que no quiere decir adiós.
Soy un peluche que está muriéndose por dormir entre sus brazos.
Soy el polo positivo de un polo negativo que aún no ha aparecido.
Soy multipolar.
Soy una niña pequeña que quiere irse de nunca jamás.
Soy una niña mayor que quiere volver a nunca jamás.
Soy una aspirante a princesa.
Soy el dibujo que no quise terminar.
Soy la carta de amor que nunca le daré.
Soy un bolígrafo sin tinta contra un folio en blanco.
Soy incertidumbre frente a miles de dudas.
Soy unos labios que se mueren por besarle.
Soy un montón de besos regalados, desperdiciados y mal empleados.
Soy la textura de aquel primer beso.
Soy el nerviosismo de antes.
Soy la presión de durante.
Soy la felicidad de después.
Soy la inquietud de los próximos cinco minutos en adelante.
Soy una ilusión que aún espera cumplirse.
Soy el deseo que una vez le pedí a una estrella.
Soy ese secreto que saben todos, y el que nadie descubrirá nunca.
Soy un millar de lágrimas empapando mi almohada.
Soy la pereza de los martes por la tarde.
Soy un domingo aburrido en casa.
Soy un espejo que busca su reflejo.
Soy la euforia de un viernes por la tarde.
Soy la risa tonta de un miércoles a las 12 a.m.
Soy una nube con carga eléctrica anunciando una tormenta.
Soy dos billetes de avión que nunca se usaron.
Soy una cabezota invencible.
Soy la ola que nunca se cansa de mojar el puerto.
Soy el pez que siempre lucha contra la corriente.
Soy una media sonrisa desganada cuando él no me habla.
Soy unos ojos inchados después de una noche llorando.
Soy lo que fui de Agosto a Abril.
Soy la que lo daría todo por él.
Soy la que nunca se cansa de intentarlo.
Soy las palabras que he dicho, digo y diré.
Soy, también, las palabras que no he dicho, no digo y no diré.
Soy una bolsa de kinder chocobons.
Soy los gogos que perdí.
Soy un disfraz de carnaval.
Soy una sonrisa hipócrita los lunes por la mañana.
Soy la musa de alguien que no aparece.
Soy un corazón borroso en la mano izquierda después de clase.
Soy los garabatos de una tarde de estudio poco productiva.
Soy los dos segundos en los que nuestras miradas se cruzan.
Soy la alegría que me da su sonrisa.
Soy dos nombres en la puerta del baño de un bar.
Soy un juntos para siempre que no duró lo suficiente.
Soy las promesas que nunca cumplirás.
Soy las promesas que nunca romperé.
Soy un gato que se esconde de la lluvia.
Soy el olor a frambuesa que inunda sus pulmones.
Soy una mente confusa después de un sábado de fiesta.
Soy unos tacones poco usados.
Soy un reloj que se paró un martes a las 17:47
Soy el último pétalo de una margarita que dice "me quiere".
Soy la ilusa que piensa que la margarita lleva razón.
Soy una pompa de jabón entre frágil e indestructible.
Soy el globo que perdí en un parque.
Soy una fecha sin importancia.
Soy una pulsera perdida en el fondo de un río.
Soy el orgullo de no realizar una llamada.
Soy las mariposas en el estómago de cuando estás enamorada.
Soy un libro inacabado.
Soy un poema sin destinatario.
Soy una canción de desamor.
Soy un juego de dos.
Soy tres dobleseis en un tablero de monopoli.
Soy un idioma casi indescifrable.
Soy una caja de bombones autorregalada en San Valentín.
Soy un ramo de flores esperando ser regalado, en San Valentín también.
Soy la luz que busca oscuridad.
Soy el cariño que no sé a quién dar.
Soy la dulzura que desemboca en lo macabro.
Soy un corazón acelerado minutos antes de verle.
Soy un amuleto de la suerte que nunca da suerte.
Soy caos, como una habitación desordenada antes de salir.
Soy el sentimiento que no sabe expresarse.
Soy la frase malentendida.
Soy un fracaso contra una victoria.
Soy un cuento que aún no se ha escrito.
Soy mi propio dialecto.
Soy las luces de un pueblo en fiestas.
Soy el insomnio de después de una peli de terror.
Soy las ojeras de una noche pensando en él.
Soy la curiosidad que mató al gato.
Soy el octavo color del arcoiris.
Soy una proyección de lo que fui.
Soy una versión mejorada de mí misma.
Soy mil experiencias en una.
Soy todo lo que me queda por vivir.