viernes, 28 de mayo de 2010

Mi rusa favorita.

Ella es joven, hoy cumple dieciséis años. Es bonita, simpática, divertida, loca, irresponsable, imprudente, descontrolada... Es ella, única e irrepetible, y sin duda es una de las mejores amigas con las que alguien podría contar.

¿Que por qué? Esa es una pregunta fácil: porque ella es esa clase de amiga capaz de renunciar al chico que le gusta si a ti también te gusta, ese tipo de amiga que se desvive por que tú estés con él porque está absolutamente convencida de que es como tienen que ser las cosas, aunque en la realidad no sea así. Es la chica que siempre sabe qué decir.

No la conozco desde hace mucho, pero tampoco necesito mucho tiempo para saber que merece la pena tenerla como amiga. ¿Quién dijo que los verdaderos amigos son los que conoces de siempre? Lo siento, pero no estoy de acuerdo. ¿Cuánto hace, ocho meses? Sí, ocho meses. Y en ocho meses la rusa más loca del mercado me ha demostrado que la vida se puede exprimir mucho más de lo que pensaba, que cada mala situación viene acompañada de una sonrisa de una gran amiga, que pase lo que pase merece la pena seguir al pie del cañon y que las sonrisas están mucho más valoradas que que el oro.

Por eso, por ser tan grande, por enseñarme tantas cosas, por estar a mi lado, por abrazarme en los momentos difíciles, por reír conmigo en los momentos propios de adolescentes, por ser esa amiga que siempre he querido tener, por demostrarme que es posible anteponer la amistad a cualquier otra cosa en este mundo, le escribo esto hoy a ella.

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