No sabría qué decir a cerca de Cuchi, de mi Cuchi.
Hay veces que conocemos a una persona, y nos resulta raro. Raro porque ha dicho algo que no encaja en nuestros mapas mentales de persona normal. Pero algo dentro de nosotros nos obliga a darle una oportunidad a esa persona que hemos calificado con el adjetivo raro y seguimos hablando con esa persona. Así fue con Cuchi.
Y la verdad es que siempre me he alegrado mucho de haber ignorado a mis esquemas mentales y haberle dado la oportunidad de darse a conocer y demostrarme que a veces las primeras impresiones fallan.
Cuchi me ha demostrado muchas cosas: cosas que merece la pena saber, cosas de las que merece la pena burlarse, cosas que nadie quiere saber pero que hay que saber, cosas que duele saber, cosas que es mejor ignorar... Cuchi me ha abierto los ojos a muchas cosas. Cuchi ha sido borde conmigo, ha sido amable, ha faltado y ha estado, me ha hecho reír y me ha hecho llorar, me ha dejado abrazarle en una reunión friki y me ha enseñado una cara diferente de cada realidad. Cuchi ha sido muchas cosas.
Y nos hemos peleado, ¡claro que nos hemos peleado! Cuchi y yo nos hemos dicho de todo, pero siempre, hasta en el peor de los momentos, hemos sido capaces de solucionarlo. Pero parece que esta vez es diferente, que Cuchi me dice adiós para siempre.
Si yo fuera vosotros ahora me diría "nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde", pero yo siempre he sabido qué clase de tesoro era Cuchi. Es por eso que sé que este texto llega tarde y que todo lo que pueda escribir aquí tendría que haberlo dicho hace mucho.
Que lo primero que me gustaría decirle es que gracias. Gracias por todo.
Que lo segundo sería que lo siento. Lo siento por todas las veces que he sido borde sin tener que serlo, que me he puesto celosa cuando no tenía siquiera derecho, que he liado las cosas con mis paranoias.
Que lo tercero que le diría podría ser que le voy a echar de menos, porque independientemente de quién tenga la culpa esta vez, no es lo mismo conectarme y que no me llegue un absurdo mensaje de voz que me da pereza escuchar.
Que lo cuarto le pediría que, ahora que no voy a saber de él, me permita al menos tener la certeza de que va a ser feliz, porque es lo que se merece, toda la felicidad del mundo y más.
Y que por último le diría que le quiero.
Esto no debería ser una despedida, porque yo hace tiempo que pensaba hablaros sobre Cuchi, pero creo que se me pasó el tiempo. Es como llegar a la estación y ver que el tren ha partido, y quedarte mirando el tren pensando "pues vaya" y resignarte. Sí, supongo que podría definirse así. No sé, creo que empiezo a delirar.
Pero que sepáis que, aunque tenga sus puntos, sus bipolaridades y su mala hostia, Cuchi mola mucho, y Cuchi me ha hecho muy feliz.
miércoles, 3 de febrero de 2010
viernes, 29 de enero de 2010
Mi persona favorita entre mis humanos favoritos.
Me gustaría poder decir que es alto, que tiene un alucinante pelo negro -negro petróleo-, que tiene unos preciosos ojos verdes en los que me pierdo cada vez que me mira, que su boca es perfecta cuando me sonríe, cuando aprieta los labios, cuando se enfada, cuando tuerce el morro, cuando se queda entreabierta, cuando me busca, cuando me besa, que la textura de sus labios supera al terciopelo o a la seda de mejor calidad que te puedas encontrar, que sus besos saben a sorbete de frambuesa, que su piel blanquecina parece hecha para mi piel de porcelana, que sus manos son las manos de el único artista que sabe como hacer de mi cuerpo una escultura -al recorrerlo-, que su voz es la única voz que parece música siempre -aunque me esté diciendo las cosas más horribles del mundo porque nos estamos peleando-, que su mente es un complejo laberinto que sólo me ha dejado descifrar a mí, que su corazón es el más puro y bondadoso del mundo -y que cuando escucho sus latidos el mío se sincroniza con el suyo-. Me gustaría poder decir que él es la única persona que es capaz de quitarme la respiración con solo rozarme, que sonroja mis mejillas con solo mirarme, que dibuja mis sonrisas a su antojo, que es capaz de hacerme llorar y reír a la vez, que dentro de su complejidad yo he sido capaz de escribir un manual, que a pesar de ir de duro por la vida, de machote, de maduro, de pasota y de borde que no cree en el amor y aborrece las cursiladas es el hombre más tierno, dulce, apetecible, adorable, romántico, protector y enamorado (de mi) que he conocido en mi vida. Me gustaría poder decir que yo también soy su persona favorita entre sus humanos favoritos y poder decir que estamos totalmente seguros de que lo nuestro es para siempre -pero de verdad-, que a su lado los te quiero superarán al paraíso y no me parecerá que el te amo nos venga grande -sino que nos quedará pequeño-. Y sobre todo me gustaría poder ponerle un nombre.
Porque no puedo, porque por suerte o por desgracia aún no conozco a ese hombre que llevo toda mi vida idealizando y que cuando aparezca me hará sentir que realmente el mundo es tan maravilloso como muchos dicen. En realidad me hubiera gustado poder decir que Jota -el inombrable- es mi persona favorita entre mis humanos favoritos; pero supongo que no puedo decir eso de una persona con la que hablo una vez cada dos meses. Además, Jota -el inombrable- fue mi primer amor, pero el primer amor no tienen por qué ser el amor de nuestra vida; y supongo que diecisiete son pocos inviernos como para haber encontrado al hombre que se quedará -a mi lado- todos los inviernos que me restan.
¿Quién será?
¿Cómo será?
¿Se parecerá a mi prototipo,
o no se parecerá?
Ah, ¡cuántas preguntas sin respuesta! Y me pregunto aún otra más:
¿Cuánto tendré que esperar para poder responderlas todas?
Supongo que todos idealizamos al amor de nuestra vida porque estamos educados para enamorarnos, casarnos y formar una familia. ¡He pensado tantas veces en él, le he dicho tantas cosas sin saber quién es y le he prometido tanto que cuando vuelva no tendré ni tiempo para hacerlo todo! Realmente no podré creérmelo el día que aparezca. Y cuando le vea, sabré que es él. Lo sabré -no solo porque todo el mundo diga que cuando aparece sabes que será para siempre- porque estaré tan agusto a su lado que ni siquiera me acordaré de que estaba buscando a mi persona favorita entre mis humanos preferidos. Y cuando le encuentre vendré corriendo a contároslo.
Sí, es una promesa -de las que se cumplen-.
Porque no puedo, porque por suerte o por desgracia aún no conozco a ese hombre que llevo toda mi vida idealizando y que cuando aparezca me hará sentir que realmente el mundo es tan maravilloso como muchos dicen. En realidad me hubiera gustado poder decir que Jota -el inombrable- es mi persona favorita entre mis humanos favoritos; pero supongo que no puedo decir eso de una persona con la que hablo una vez cada dos meses. Además, Jota -el inombrable- fue mi primer amor, pero el primer amor no tienen por qué ser el amor de nuestra vida; y supongo que diecisiete son pocos inviernos como para haber encontrado al hombre que se quedará -a mi lado- todos los inviernos que me restan.
¿Cuándo vendrá?
¿De dónde vendrá?¿Quién será?
¿Cómo será?
¿Se parecerá a mi prototipo,
o no se parecerá?
Ah, ¡cuántas preguntas sin respuesta! Y me pregunto aún otra más:
¿Cuánto tendré que esperar para poder responderlas todas?
Supongo que todos idealizamos al amor de nuestra vida porque estamos educados para enamorarnos, casarnos y formar una familia. ¡He pensado tantas veces en él, le he dicho tantas cosas sin saber quién es y le he prometido tanto que cuando vuelva no tendré ni tiempo para hacerlo todo! Realmente no podré creérmelo el día que aparezca. Y cuando le vea, sabré que es él. Lo sabré -no solo porque todo el mundo diga que cuando aparece sabes que será para siempre- porque estaré tan agusto a su lado que ni siquiera me acordaré de que estaba buscando a mi persona favorita entre mis humanos preferidos. Y cuando le encuentre vendré corriendo a contároslo.
Sí, es una promesa -de las que se cumplen-.
La importancia de las cosas que no importan
de mis humanos preferidos.
sábado, 16 de enero de 2010
Diecisiete velas en mi tarta.
1. Por mi primer paso.
2. Por mi primer sueño.
3. Por mi primer día de cole.
4. Por mi primera ilusión.
5. Por el primer diente que se me cayó.
6. Por el que dije que iba a ser mi marido.
7. Porque ya lo entenderás cuando seas mayor.
8. Porque quiero ser mayor ¡YA!
9. Por mi primera decepción.
10. Porque ya es cifra doble.
11. Porque acabo primaria.
12. Porque jo que mayor me creo.
13. Porque qué bien sienta la tontería.
14. Porque que bonito es el primer beso.
15. Porque como duele la primera ruptura.
16. Porque la vida es para improvisarla.
17. Porque empiezo a entederlo todo...
Autofelicidades to me!!
2. Por mi primer sueño.
3. Por mi primer día de cole.
4. Por mi primera ilusión.
5. Por el primer diente que se me cayó.
6. Por el que dije que iba a ser mi marido.
7. Porque ya lo entenderás cuando seas mayor.
8. Porque quiero ser mayor ¡YA!
9. Por mi primera decepción.
10. Porque ya es cifra doble.
11. Porque acabo primaria.
12. Porque jo que mayor me creo.
13. Porque qué bien sienta la tontería.
14. Porque que bonito es el primer beso.
15. Porque como duele la primera ruptura.
16. Porque la vida es para improvisarla.
17. Porque empiezo a entederlo todo...
Autofelicidades to me!!
La importancia de las cosas que no importan
de mi vida.
miércoles, 6 de enero de 2010
Mis propósitos para el 2010:
1. Cumplir todos los propósitos.
2. No rendirme nunca.
3. Ser mejor persona.
4. Ser más constante.
5. Esforzarme más.
6. Reducir los caprichos.
7. Perseguir mis sueños.
8. Poner fuerza de voluntad en todo.
9. Echarme novio.
10. Ser fuerte.
11. Adelgazar (como todos los años...)
12. Que el año que viene no se repitan los mismo propósitos.
13. No llorar si no merece la pena de verdad.
14. Ser más independiente.
15. SER FELIZ
2. No rendirme nunca.
3. Ser mejor persona.
4. Ser más constante.
5. Esforzarme más.
6. Reducir los caprichos.
7. Perseguir mis sueños.
8. Poner fuerza de voluntad en todo.
9. Echarme novio.
10. Ser fuerte.
11. Adelgazar (como todos los años...)
12. Que el año que viene no se repitan los mismo propósitos.
13. No llorar si no merece la pena de verdad.
14. Ser más independiente.
15. SER FELIZ
La importancia de las cosas que no importan
de mi vida.
sábado, 28 de noviembre de 2009
Eme, de MEJOR amigo.
Os voy a contar la historia de Eme desde el principio, la historia de un desconocido que ha pasado a serlo todo para mi.
Le conocí un ocho de marzo, comiendo montaditos de los 100 montaditos en la calle mientras el resto de nuestros amigos se peleaban entre ellos y con el dueño de los 100 montaditos. No fue nada del otro mundo, nos aliamos y nos repartimos los montaditos para salir del paso y luego ya, si eso, preguntar como iba la cosa. A raíz de eso empezamos a hablar, a decir todo tipo de chistes malos y tonterías, comentarios al respecto y, un poco más tarde, le pregunté qué había pasado con una chica y él; nada del otro mundo.
Poco a poco todas esas tonterías y unos cuantos "oye, ¿te he contado que...?" seguidos de otros cuantos "hala ¿si? ¡qué fuerte!" se han convertido en la base de una amistad llena de miles de millones de sonrisas, de tardes enteras sin estudiar, aún sabiendo que había un examen al día siguiente y sin decir nada pero sin querer colgar, de repetidos dolores de estómago por exceso de risas, de innumerables secretos e infinitos buenos momentos. Una amistad que no cambiaría por nada del mundo.
¿Sabéis por qué? Porque ni todas las maravillas y riquezas de este mundo podrían llenarme tanto como su cara de sorpresa al bajar por las escaleras de mi casa y encontrarse a todos cantándole el cumpleaños feliz. Porque son los pequeños detalles los que hacen grandes las cosas, y Eme está lleno de pequeños detalles, por eso es tan grande, tan esencial. Y en realidad no hace tanto que le conozco, unos cuantos meses; lo cual no cambia que sin él en mi vida habría un gran vacío que nadie más podría llenar. Eme es de las pocas personas por las cuales pondría la mano en el fuego a ciegas, sin preguntar el motivo.
No es que me haya dado cuenta de todo esto ahora mismo, en éste preciso momento y a estas horas de la noche, no. Es que de repente tengo la impetuosa necesidad de contaros por qué Eme es tan importante para mí; tengo la irrevocable necesidad de dejar por escrito que, irremediablemente, dejaría de respirar ahora mismo si Eme me dijera que ya no hay amistad que valga.
Cuando conocí a Eme no me imaginé, ni por asomo, que se convertiría en mi MEJOR amigo, en una parte tan necesaria para mi existencia. Sólo quería que lo supieráis. Sólo quería decirlo que si hay un Eme en vuestra vida le apreciéis, porque os aseguro que no hay dos iguales.
Y no digo nada más, porque sería insuficiente; como todo lo anterior.
Le conocí un ocho de marzo, comiendo montaditos de los 100 montaditos en la calle mientras el resto de nuestros amigos se peleaban entre ellos y con el dueño de los 100 montaditos. No fue nada del otro mundo, nos aliamos y nos repartimos los montaditos para salir del paso y luego ya, si eso, preguntar como iba la cosa. A raíz de eso empezamos a hablar, a decir todo tipo de chistes malos y tonterías, comentarios al respecto y, un poco más tarde, le pregunté qué había pasado con una chica y él; nada del otro mundo.
Poco a poco todas esas tonterías y unos cuantos "oye, ¿te he contado que...?" seguidos de otros cuantos "hala ¿si? ¡qué fuerte!" se han convertido en la base de una amistad llena de miles de millones de sonrisas, de tardes enteras sin estudiar, aún sabiendo que había un examen al día siguiente y sin decir nada pero sin querer colgar, de repetidos dolores de estómago por exceso de risas, de innumerables secretos e infinitos buenos momentos. Una amistad que no cambiaría por nada del mundo.
¿Sabéis por qué? Porque ni todas las maravillas y riquezas de este mundo podrían llenarme tanto como su cara de sorpresa al bajar por las escaleras de mi casa y encontrarse a todos cantándole el cumpleaños feliz. Porque son los pequeños detalles los que hacen grandes las cosas, y Eme está lleno de pequeños detalles, por eso es tan grande, tan esencial. Y en realidad no hace tanto que le conozco, unos cuantos meses; lo cual no cambia que sin él en mi vida habría un gran vacío que nadie más podría llenar. Eme es de las pocas personas por las cuales pondría la mano en el fuego a ciegas, sin preguntar el motivo.
No es que me haya dado cuenta de todo esto ahora mismo, en éste preciso momento y a estas horas de la noche, no. Es que de repente tengo la impetuosa necesidad de contaros por qué Eme es tan importante para mí; tengo la irrevocable necesidad de dejar por escrito que, irremediablemente, dejaría de respirar ahora mismo si Eme me dijera que ya no hay amistad que valga.
Cuando conocí a Eme no me imaginé, ni por asomo, que se convertiría en mi MEJOR amigo, en una parte tan necesaria para mi existencia. Sólo quería que lo supieráis. Sólo quería decirlo que si hay un Eme en vuestra vida le apreciéis, porque os aseguro que no hay dos iguales.
Y no digo nada más, porque sería insuficiente; como todo lo anterior.
La importancia de las cosas que no importan
de mis humanos preferidos.
viernes, 13 de noviembre de 2009
La profe de lengua y sus cosas.
Hace dos años tuve una profe de lengua muy peculiar, de esas profes que nunca esperas echar de menos; pero luego siempre te equivocas...
Sí, porque ella era la típica que se ponía muy nerviosa con nada. Sinceramente, sería cosa de la edad, porque la mujer ya estaba mayor. Pero ella quería seguir en la docencia, era lo que la gustaba y lo único que la quedaba de su marido... Porque su marido fue director de mi antiguo cole, era su sueño, el que empezaron juntos y ella no lo quiso abandonar. Aunque al final tuvo que hacerlo, claro.
Así que era una profe de esas que usan expresiones raras, de las que no usa nadie, tales como "dejad de hacer sonidos de ultratumba", "como un elefante por una cacharrería" o "este acueducto aprovechad para estudiar". Estaba un poco loca. Además era muy inocente, así que todos la vacilaban fácilmente. A veces pienso que era consciente, pero que se dejaba... Y era fácil entretenerla en clase, aunque luego nos dejaba sin patio por haberla distraído.
Yo, sinceramente, no la soportaba. Me ponía muy nerviosa su aguda voz, su cabezonería (quizá es porque yo también la tengo), su imparcialidad... Aunque ella a mí me tenía mucho amor. Me llenaba a positivos, y nunca saqué menos de un 8'75 en un examen suyo. A veces me llevaba mal con ella. Otras veces hasta podíamos hablar. Pero lo que nunca me imaginé es que dos años después me fuera a acordar de ella y preguntarme cómo la irá todo.
En realidad era buena gente, con buenas intenciones y nada de maldad. Y con ella aprendí más de lo que me imaginaba. Sobre todo expresiones de la España profunda y que alguno que otro de mi exclase tiene algún trauma infantil oculto.
Y no sé, molaba.
Sí, porque ella era la típica que se ponía muy nerviosa con nada. Sinceramente, sería cosa de la edad, porque la mujer ya estaba mayor. Pero ella quería seguir en la docencia, era lo que la gustaba y lo único que la quedaba de su marido... Porque su marido fue director de mi antiguo cole, era su sueño, el que empezaron juntos y ella no lo quiso abandonar. Aunque al final tuvo que hacerlo, claro.
Así que era una profe de esas que usan expresiones raras, de las que no usa nadie, tales como "dejad de hacer sonidos de ultratumba", "como un elefante por una cacharrería" o "este acueducto aprovechad para estudiar". Estaba un poco loca. Además era muy inocente, así que todos la vacilaban fácilmente. A veces pienso que era consciente, pero que se dejaba... Y era fácil entretenerla en clase, aunque luego nos dejaba sin patio por haberla distraído.
Yo, sinceramente, no la soportaba. Me ponía muy nerviosa su aguda voz, su cabezonería (quizá es porque yo también la tengo), su imparcialidad... Aunque ella a mí me tenía mucho amor. Me llenaba a positivos, y nunca saqué menos de un 8'75 en un examen suyo. A veces me llevaba mal con ella. Otras veces hasta podíamos hablar. Pero lo que nunca me imaginé es que dos años después me fuera a acordar de ella y preguntarme cómo la irá todo.
En realidad era buena gente, con buenas intenciones y nada de maldad. Y con ella aprendí más de lo que me imaginaba. Sobre todo expresiones de la España profunda y que alguno que otro de mi exclase tiene algún trauma infantil oculto.
Y no sé, molaba.
La importancia de las cosas que no importan
de mi vida.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Lo que soy.
Soy un sueño inacabado un sábado a las nueve de la mañana.
Soy una hoja de otoño que se niega a caer hasta que llega el invierno.
Soy los ojos azules más deslumbrantes de la zona.
Soy unas mejillas sonrojadas cuando él está presente.
Soy una sonrisa cálida 353 días al año.
Soy una mirada triste los días nueve de cada mes.
Soy un recuerdo imborrable por cada dieciocho.
Soy una muñeca de porcelana con sentimientos.
Soy una despedida que no quiere decir adiós.
Soy un peluche que está muriéndose por dormir entre sus brazos.
Soy el polo positivo de un polo negativo que aún no ha aparecido.
Soy multipolar.
Soy una niña pequeña que quiere irse de nunca jamás.
Soy una niña mayor que quiere volver a nunca jamás.
Soy una aspirante a princesa.
Soy el dibujo que no quise terminar.
Soy la carta de amor que nunca le daré.
Soy un bolígrafo sin tinta contra un folio en blanco.
Soy incertidumbre frente a miles de dudas.
Soy unos labios que se mueren por besarle.
Soy un montón de besos regalados, desperdiciados y mal empleados.
Soy la textura de aquel primer beso.
Soy el nerviosismo de antes.
Soy la presión de durante.
Soy la felicidad de después.
Soy la inquietud de los próximos cinco minutos en adelante.
Soy una ilusión que aún espera cumplirse.
Soy el deseo que una vez le pedí a una estrella.
Soy ese secreto que saben todos, y el que nadie descubrirá nunca.
Soy un millar de lágrimas empapando mi almohada.
Soy la pereza de los martes por la tarde.
Soy un domingo aburrido en casa.
Soy un espejo que busca su reflejo.
Soy la euforia de un viernes por la tarde.
Soy la risa tonta de un miércoles a las 12 a.m.
Soy una nube con carga eléctrica anunciando una tormenta.
Soy dos billetes de avión que nunca se usaron.
Soy una cabezota invencible.
Soy la ola que nunca se cansa de mojar el puerto.
Soy el pez que siempre lucha contra la corriente.
Soy una media sonrisa desganada cuando él no me habla.
Soy unos ojos inchados después de una noche llorando.
Soy lo que fui de Agosto a Abril.
Soy la que lo daría todo por él.
Soy la que nunca se cansa de intentarlo.
Soy las palabras que he dicho, digo y diré.
Soy, también, las palabras que no he dicho, no digo y no diré.
Soy una bolsa de kinder chocobons.
Soy los gogos que perdí.
Soy un disfraz de carnaval.
Soy una sonrisa hipócrita los lunes por la mañana.
Soy la musa de alguien que no aparece.
Soy un corazón borroso en la mano izquierda después de clase.
Soy los garabatos de una tarde de estudio poco productiva.
Soy los dos segundos en los que nuestras miradas se cruzan.
Soy la alegría que me da su sonrisa.
Soy dos nombres en la puerta del baño de un bar.
Soy un juntos para siempre que no duró lo suficiente.
Soy las promesas que nunca cumplirás.
Soy las promesas que nunca romperé.
Soy un gato que se esconde de la lluvia.
Soy el olor a frambuesa que inunda sus pulmones.
Soy una mente confusa después de un sábado de fiesta.
Soy unos tacones poco usados.
Soy un reloj que se paró un martes a las 17:47
Soy el último pétalo de una margarita que dice "me quiere".
Soy la ilusa que piensa que la margarita lleva razón.
Soy una pompa de jabón entre frágil e indestructible.
Soy el globo que perdí en un parque.
Soy una fecha sin importancia.
Soy una pulsera perdida en el fondo de un río.
Soy el orgullo de no realizar una llamada.
Soy las mariposas en el estómago de cuando estás enamorada.
Soy un libro inacabado.
Soy un poema sin destinatario.
Soy una canción de desamor.
Soy un juego de dos.
Soy tres dobleseis en un tablero de monopoli.
Soy un idioma casi indescifrable.
Soy una caja de bombones autorregalada en San Valentín.
Soy un ramo de flores esperando ser regalado, en San Valentín también.
Soy la luz que busca oscuridad.
Soy el cariño que no sé a quién dar.
Soy la dulzura que desemboca en lo macabro.
Soy un corazón acelerado minutos antes de verle.
Soy un amuleto de la suerte que nunca da suerte.
Soy caos, como una habitación desordenada antes de salir.
Soy el sentimiento que no sabe expresarse.
Soy la frase malentendida.
Soy un fracaso contra una victoria.
Soy un cuento que aún no se ha escrito.
Soy mi propio dialecto.
Soy las luces de un pueblo en fiestas.
Soy el insomnio de después de una peli de terror.
Soy las ojeras de una noche pensando en él.
Soy la curiosidad que mató al gato.
Soy el octavo color del arcoiris.
Soy una proyección de lo que fui.
Soy una versión mejorada de mí misma.
Soy mil experiencias en una.
Soy todo lo que me queda por vivir.
Soy una hoja de otoño que se niega a caer hasta que llega el invierno.
Soy los ojos azules más deslumbrantes de la zona.
Soy unas mejillas sonrojadas cuando él está presente.
Soy una sonrisa cálida 353 días al año.
Soy una mirada triste los días nueve de cada mes.
Soy un recuerdo imborrable por cada dieciocho.
Soy una muñeca de porcelana con sentimientos.
Soy una despedida que no quiere decir adiós.
Soy un peluche que está muriéndose por dormir entre sus brazos.
Soy el polo positivo de un polo negativo que aún no ha aparecido.
Soy multipolar.
Soy una niña pequeña que quiere irse de nunca jamás.
Soy una niña mayor que quiere volver a nunca jamás.
Soy una aspirante a princesa.
Soy el dibujo que no quise terminar.
Soy la carta de amor que nunca le daré.
Soy un bolígrafo sin tinta contra un folio en blanco.
Soy incertidumbre frente a miles de dudas.
Soy unos labios que se mueren por besarle.
Soy un montón de besos regalados, desperdiciados y mal empleados.
Soy la textura de aquel primer beso.
Soy el nerviosismo de antes.
Soy la presión de durante.
Soy la felicidad de después.
Soy la inquietud de los próximos cinco minutos en adelante.
Soy una ilusión que aún espera cumplirse.
Soy el deseo que una vez le pedí a una estrella.
Soy ese secreto que saben todos, y el que nadie descubrirá nunca.
Soy un millar de lágrimas empapando mi almohada.
Soy la pereza de los martes por la tarde.
Soy un domingo aburrido en casa.
Soy un espejo que busca su reflejo.
Soy la euforia de un viernes por la tarde.
Soy la risa tonta de un miércoles a las 12 a.m.
Soy una nube con carga eléctrica anunciando una tormenta.
Soy dos billetes de avión que nunca se usaron.
Soy una cabezota invencible.
Soy la ola que nunca se cansa de mojar el puerto.
Soy el pez que siempre lucha contra la corriente.
Soy una media sonrisa desganada cuando él no me habla.
Soy unos ojos inchados después de una noche llorando.
Soy lo que fui de Agosto a Abril.
Soy la que lo daría todo por él.
Soy la que nunca se cansa de intentarlo.
Soy las palabras que he dicho, digo y diré.
Soy, también, las palabras que no he dicho, no digo y no diré.
Soy una bolsa de kinder chocobons.
Soy los gogos que perdí.
Soy un disfraz de carnaval.
Soy una sonrisa hipócrita los lunes por la mañana.
Soy la musa de alguien que no aparece.
Soy un corazón borroso en la mano izquierda después de clase.
Soy los garabatos de una tarde de estudio poco productiva.
Soy los dos segundos en los que nuestras miradas se cruzan.
Soy la alegría que me da su sonrisa.
Soy dos nombres en la puerta del baño de un bar.
Soy un juntos para siempre que no duró lo suficiente.
Soy las promesas que nunca cumplirás.
Soy las promesas que nunca romperé.
Soy un gato que se esconde de la lluvia.
Soy el olor a frambuesa que inunda sus pulmones.
Soy una mente confusa después de un sábado de fiesta.
Soy unos tacones poco usados.
Soy un reloj que se paró un martes a las 17:47
Soy el último pétalo de una margarita que dice "me quiere".
Soy la ilusa que piensa que la margarita lleva razón.
Soy una pompa de jabón entre frágil e indestructible.
Soy el globo que perdí en un parque.
Soy una fecha sin importancia.
Soy una pulsera perdida en el fondo de un río.
Soy el orgullo de no realizar una llamada.
Soy las mariposas en el estómago de cuando estás enamorada.
Soy un libro inacabado.
Soy un poema sin destinatario.
Soy una canción de desamor.
Soy un juego de dos.
Soy tres dobleseis en un tablero de monopoli.
Soy un idioma casi indescifrable.
Soy una caja de bombones autorregalada en San Valentín.
Soy un ramo de flores esperando ser regalado, en San Valentín también.
Soy la luz que busca oscuridad.
Soy el cariño que no sé a quién dar.
Soy la dulzura que desemboca en lo macabro.
Soy un corazón acelerado minutos antes de verle.
Soy un amuleto de la suerte que nunca da suerte.
Soy caos, como una habitación desordenada antes de salir.
Soy el sentimiento que no sabe expresarse.
Soy la frase malentendida.
Soy un fracaso contra una victoria.
Soy un cuento que aún no se ha escrito.
Soy mi propio dialecto.
Soy las luces de un pueblo en fiestas.
Soy el insomnio de después de una peli de terror.
Soy las ojeras de una noche pensando en él.
Soy la curiosidad que mató al gato.
Soy el octavo color del arcoiris.
Soy una proyección de lo que fui.
Soy una versión mejorada de mí misma.
Soy mil experiencias en una.
Soy todo lo que me queda por vivir.
La importancia de las cosas que no importan
de mi vida.
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